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'Beguinas', la televisión siempre cambia la Historia a su favor

Opinión

Amaia Aberasturi y Yon González en 'Beguinas' / Atresmedia
Francisco Andrés Gallardo - Jefe de sección de Vitally

21 de octubre 2024 - 11:31

Unas mujeres libres en comunidad, al margen de la Iglesia y, en fin, de los hombres. Fue un fenómeno casi residual pero sí, existió. Había que tener firmeza, en un pacto tácito de olvido mutuo, para que los beguinatos discurrieran a modo de comunas fuera de la sociedad de su tiempo. Un recoveco de la Historia, un fleco suelto de lo que ahora llamaríamos feminismo, que estuvo presente durante siglos como una heterodoxia. Es un fenómeno interesante, tal vez demasiado complejo, para llevarlo a una ficción generalista. Para convertirlo en historia de cara al gran público de hoy Atresmedia ha seguido las reglas convencionales del relato romántico, los amores imposibles, envidias de malvados y secretos personales que abundan por los seriales de época de la tarde. En este caso son diez episodios, con más presupuesto y medios, aprovechando eso sí, la monumentalidad que tenemos al alcance de la mano, en este caso en Segovia.

La serie Beguinas no aspira ni recurre a mucho más para situar el tablero en una excentricidad de la propia Historia con sus personajes habituales, los arquetipos en torno a una joven que renuncia a su boda en busca del pasado familiar y en esas encuentra la pulsión pasional en un atractivo joven judío, Telmo, Yon González, sobre el que gira en el fondo esta historia de mujeres. Y que ha sido creada por mujeres, lo que tiene todo el valor. Hubiera sido impensable hace veinte años, así que incluso el propio siglo XVI tenía cosas mas modernas que nosotros mismos.

Una ficción de gran consumo no es para tomarla al pie de la letra, es para tomarla curiosidad pero no en serio. Las propias responables de Beguinas saben que es así, es un novelón entretenido, sin grandes incomodidades (la aproximación histórica verosímil sería más fea, sucia y aburrida), con un vehículo para el lucimiento de un amplio elenco de actrices donde recae la historia en Amaia Aberasturi, como Lucía de Avellaneda, una joven de moditos aristocráticos que quiere renunciar a lo que es. Cristina Plazas o Melani Olivares sustentan esos papeles que refuerzan los andamios narrativos que por momentos tiritan.

Otro asunto es el de seguir diez episodios que se ahondan en las once de la noche, en el fragor de esa batalla entre hormigueos y revueltas que convierte a lo que en teoría es el prime time a una batalla contra el sueño más que una batalla por el mando.

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