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Como describe Cantando bajo la lluvia, el actor Harrison Ford no aguantó la etapa del cine sonoro. Pese a que procedía del teatro, al que seguiría dedicando tras tener que abandonar el séptimo arte, no pudo o no supo adaptarse a las películas habladas. En 1932 tuvo su única oportunidad con los micrófonos y vio que no era su momento. Aun así, tiene su estrella en el Paseo de la Fama.
Murió olvidado y su esposa durante casi 47 años, Beatrice Prentice, murió en 1977 justo cuando llegaba a las pantallas estadounidenses Star Wars, por entonces La guerra de las galaxias. La película que abría una era en la ciencia ficción se presentaba así de forma surrealista en el Telediario 1 con motivo de su preestreno en el Festival de Cine de San Sebastián, con el sevillano Alfonso Eduardo, conductor de Revista de cine en la Segunda Cadena, de conductor.
Su gesticulación en las películas mudas, en dramas mundanos y comedias románticas, convertían a Harrison Ford en uno de los actores más conocidos hace 100 años, medio siglo antes de que su tocayo se convirtiera en un ídolo intergeneracional.
El primer Harrison Ford tuvo una apretada trayectoria en el cine desde que en 1915, con 31 años y una edad ideal para hacer de galán en tantos melodramas y comedias, tuviera su primera oportunidad este oriundo de Kansas City (ciudad hermanada con Sevilla), en el estado de Missouri, tras fajarse en los escenarios de Broadway, y donde conoció a su mencionada mujer.
El nombre de Harrison Ford está unido al de Vanity Fair, película de hace un siglo, y al de The primitive lover, de 1922, junto a una estrella femenina del Hollywood de entonces, Constance Talmadge (era una respuesta imposible de Pasapalabra hace unos día, por cierto).
Al lado del galán durante su medio centenar de éxitos y títulos menores figuran otros nombres de oro de esta época como Gloria Swanson o Clara Bow. Todo aquella etapa dorada de la consolidación narrativa de las imágenes se difuminaría como lágrimas en la lluvia cuando al final de la década de hace un siglo aparecía el sonoro.
Y con el sonido, la muerte artística de Harrison Ford. Casi septuagenario, en 1951 sufriría un accidente de tráfico que lo dejó parapléjico. Una adolescente invadió una acera de Los Ángeles y se llevó por delante al que había sido uno de los grandes del cine mudo. En sus últimos seis años estuvo postrado en una cama en una californiana residencia para actores veteranos.
Es el 'otro' Harrison Ford. Una estrella de igual nombre como el venerado octogenaria intérprete con sus ya legendarios personajes como Indiana Jones, Han Solo o el investigador replicante Deckard.
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