Las mediciones interesadas entre David Broncano y Pablo Motos

Opinión

Los buenos datos del programa de La 1 se convierten en arma arrojadiza contra la competencia y unas comparativas interesadas para que 'La Revuelta' sobresalga a toda costa sobre 'El Hormiguero'.

Esta mirada sesgada a los audímetros es habitual en las cadenas que están de capa caída: es una forma de detectarlas

El programa 'La Revuelta' de David Broncano recibe la tarjeta amarilla

Los datos de audiencia entre 'El Hormiguero' y 'La Revuelta' cuentan algo distinto

David Broncano y Pablo Motos
David Broncano y Pablo Motos

30 de septiembre 2024 - 18:59

Podrá gustar o no David Broncano y su programa, pero hay que reconocer el valor que ha añadido este formato a la necesitada parrilla de La 1. Atrae nuevos espectadores, rescata para el televisor a jóvenes que ya no se ponían delante, coloca a la cadena pública en el mando, con un interés y una 'necesidad' de visionado que ya no generaba ni el hábito atávico de los Telediarios.

Contra el pronóstico de una mayoría de medios, La Revuelta ha un sido aliciente de La 1, tras haber generado un cataclismo por su fichaje entre los consejeros socialistas de RTVE. La apuesta era alta. No sólo por los 14 millones de euros al año (que no justifica el despligue salchichero del programa en sí) sino por ese recorte de veinte minutos al informativo principal de la cadena pública. El show ha encontrado respuesta y una fidelidad que apunta a una tendencia sólida para toda la temporada. Enhorabuena. A TVE por hallar un púlbico fiel que acepta su humor, que se ríe con Broncano tal como hace él mismo de sus propios chistes (eso no es malo), agradecido con la complicidad de sus invitados.

La Revuelta es seguida a diario por una media sobre los 2 millones de espectadores. Entre ellos, con seguridad, los hay que se suman como seguidores de La Resistencia y otros que buscaban un espacio así a la hora de la cena porque el resto de la competencia les había dejado de interesar por agotamiento, por falta de novedades. No se puede caer bien a todo el mundo y los personajes de la televisión, en general, lo saben.

Pero también hay una parte (no demasiado grande) de espectadores de La Revuelta que lo siguen con militancia, como si se tratara de un asunto de fidelidad al Gobierno, que es el que en definitiva designó que Broncano fichara por La 1. No es nada nuevo. En Canal Sur, por ejemplo, muchos nombres han sido impuestos por criterio del entorno de Moreno Bonilla, y eso lastra a la parrilla. Y así pasaba en anteriores etapas.

La Revuelta forma parte de esos contenidos que se incorporan con el calzador del interés político. Y en este caso el interés claro era contrarrestar a El Hormiguero, al que se le ha criticado que sea a su vez crítico con Pedro Sánchez. Hasta actrices como Mónica López (Rapa) llegó a soltar la barbaridad de que en el programa de Pablo Motos "blanquean el fascismo", en linea con el boicot que llegó a pedir el actor Wily Toledo y su cuerda, reacción a la tertulia de los jueves, donde no se dice nada que ya se haya oído en programas matinales de distintas cadenas.

Esa misma cuerda anti-Pablo Motos es la que aprovecha las cifras de La Revuelta con la única justificación de atacar a El Hormiguero, que sigue fuerte. Los dos rivalizan y los dos programas van convivir con fortaleza su horario. Es una rivalidad entre un programa de una cadena pública (agarrotada en limitaciones de servicio público, pero liberada en prespuesto y horario en casos así) y un veterano contenido de una cadena privada (más limitada en horarios y programaciones para la rentabiidad comercial y a su vez más libre en todo lo que es editorial y contenidos de sus espacios). Se alcanza el extremo de politizar las cifras de audiencias para interpretar, a conveniencia, esos datos para atacar al otro. Y a fin de cuentas estamos hablando de dos presentadores bien alcochados y pagados por sus respectivas cadenas. Ya son mayorcitos y millonarios, tanto Broncano como Motos, para entrar en batallas por ellos.

Lo que pita es el cuota y la cifra total

Las cifras de audiencia realmente válidas (y son las que sobre todo interesan a los anunciantes) son las totales que arrojan al final del día los audímetros. Como se lleva haciendo desde 1992. La que hace medir a cada programa en la talla diaria. Ahí están descalzos y sin ninguna ventaja que anotar. El dato que pita es la media de españoles (todas las edades, todos los sitios) que lo han visto al completo y la cuota del global del resultante horario. En fin, espectadores de media y share. Todo lo demás son datos añadidos, interesantes a medias, complementarios. Pero también son incluso sesgados e inflados para despistar, para engañar. Es algo típico de las notas de prensa de audiencias. No es nada nuevo, los que nos dedicamos a informar sobre esto de la tele, estamos acostumbrados. La mayor parte de esos datos van a la papelera, pero son cifras que se ven jaleadas en las redes con ese afán de propaganda y despiste. En el caso de las autonómicas y TVE hay mucho político incauto e interesado, de uno y otro lado, que los dan por válidos (según el interés que tenga su partido) en las comisiones de control.

Pero la cifa diaria de media y cuota son las verdaderamente válidas. Manejar targets recordatos, hablar de espetadores únicos tiene el único fin de inflar y especular con interés.

Revirar y remirar los datos 'laterales' de audiencia tiene el objetivo de extraerlos con algún tipo de intereses. Medir por "estricta competencia", cuando se insiste en el caso de La Revuelta con El Hormiguero es forzar las 'victorias' en favor de Broncano (que empieza y tira hacia arriba antes) cuando los horarios y tipo de cadenas son diferentes. Son 'análisis' con el fin de azuzar un interés politizado. Y entrar en esa inquina de números añadidos, con agresividad además, es perder la objetividad.

Con datos parciales sólo se busca la tergiversación interesada. Es lo que sucede con esas cadenas y programas que ocultan los datos reales simples. Los intentan disfrazar subrayando audiencias acumuladas (datos inflados como globos sonda), franja, targets, espectadores... Hay productores listos especialistas en convencer con cifras tuertas, les va muy bien y los directivos (de las cadenas públicas) lo justifican y lo consienten.

Tirar de esos otros datos es fabricarse la audiencia, forzarse a tener razón cuando no se tiene e imaginar otros mundos. Y todo esto no es tanto por los voraces defensores de Broncanos sino más bien por las autonómicas y las privadas que están de capa caída. Una forma de detectar las cadenas que van mal y sus cifras mediocres reales es cuando se subrayan el resto de datos, como contribuyen, previo pago, las propias agencias consultoras.

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