"Los personajes malvados atraen como los gobernantes paranoicos"
Emilio Gutiérrez Caba
El patriarca de los Cortázar regresa a sembrar cizaña en su familia y en su empresa. El actor subraya que los sueldos en el sector han bajado un 40% con la crisis.
Uno de los actores más ilustres en activo de una estirpe no menos admirada. Emilio Gutiérrez Caba (Valladolid, 1942) vuelve esta noche a ponerse en la piel del pérfido Vicente Cortázar en los capítulos de Gran Reserva que regresa, por fin, a La 1. Tras casi un año a la espera de ser programada, la tercera temporada de la ficción bodeguera producida por Bambú para TVE ve la luz. El patriarca de los Cortázar regresa hoy a su casa, por la fuerza, pese a los recelos de su ex mujer e hijos. Este es uno de los conflictos de los que parten las nuevas rivalidades entre los Cortázar y los Reverte por salir adelante.
-Tras tantos meses de espera ¿siente alivio ante la programación de lo nuevo de su Gran Reserva?
-La palabra no sería alivio. En algún momento tenía que programarse, así que no era un problema mayor. Era un trabajo hecho que entiendo que cuanto más se dilatara en el tiempo su emisión, más problemas habría para tomar decisiones sobre su continuidad. Por lo pronto va a haber tres capítulos más a la conclusión de esta tercera temporada.
-Y convertirse en Vicente Cortázar le dará sus satisfacciones, dando rienda suelta a esa maldad tan desbordante que desprende el patriarca.
-Los personajes que tienen cierta entidad malvada siempre dan satisfacciones al actor, sin duda. Pero además la sociedad se siente atraída por los malvados, como ocurre también con los gobernantes paranoicos, que atraen tanto a la gente. Malos y paranoicos en verdad somos todos… casi todos.
-¿Cuál es su diagnóstico sobre el padre de los Cortázar?
-Vicente es una persona que sufre trastornos de personalidad y mantiene sobre todas las cosas sus fundamentos, aunque sean equivocados. En realidad no es un tipo poco frecuente. Podemos encontrar gente parecida a él a nuestro alrededor en cualquier momento. Vicente es un hombre de empresa que todo vale mientras sea de interés para él.
-Y hoy sorprende a los suyos volviendo a su casa a la fuerza.
-En la temporada anterior le habían echado y ahora ha encontrado un subterfugio legal para volver. Es un choque de trenes entre Rosalía y él. Vicente Cortázar es un pilar, pero un pilar relativo en la historia de Gran Reserva. Es uno de los alicientes, pero en su familia casi todos son maléficos. En general no abunda la buena gente en la serie, tal vez habría que mirar mejor en la familia de los Reverte…
-¿Conoce a más de uno en la vida real como su personaje en Gran Reserva?
-Sí, sí. En la vida real hay gente como Vicente Cortázar, como le decía. En el mundo del espectáculo he conocido a un par de ellos que eran tan malvados, tan oportunistas, como él. Hay gente como Vicente, claro.
-¿Qué le parece ser un descubrimiento para los espectadores más jóvenes, esos para los que Estudio 1 es un rastro arqueológico de la televisión?
-Las nuevas generaciones están descubriendo tantas y tantas cosas que yo soy un simple 'objeto' más. Todo en la vida es muy efímero así que todo es relativo. La vigencia de las cosas, las modas, pasan deprisa y nuestra propia vigencia es efímera. Yo tengo la suerte de haber estado ahí mucho tiempo. Aunque estar en la televisión es importante para un actor, no creo que yo sea tan importante para los que sólo ven la televisión. Para los que se dedican sólo a ver la televisión nosotros somos cosas que pasan por delante de los ojos, sin más…
-¿Valora más, entonces, al espectador que le ve en el cine o en el teatro?
-En el teatro tienes la seguridad de que tienen interés por tu trabajo y van a buscarte. Enchufar la televisión es un rito, una operación sencilla. Pero el que paga por una entrada, se interesa algo más por ti y exige más calidad. Sabes que en el cine y el teatro te ve un tipo de público que te mira con más atención que en casa donde compartes espacio con otras cosas.
-Estuvo en los 90 más apartado de la televisión, donde usted se hizo muy popular en los 60 y 70 ¿se olvidó entonces la televisión de usted?
-No fue un olvido, fueron años en los que estuve haciendo otras cosas. Son simples coincidencias. A mediados de los 90 hice precisamente un serial en TV3 y también trabajé en varios proyectos de TVE. Hasta la serie Javier ya no vive solo, en 2002, yo estuve haciendo en teatro El sí de las niñas, Mariana Pineda y películas como La comunidad. No me puedo quejar porque nunca me faltó el trabajo y trabajé donde me apetecía en esos momentos.
-¿Y se queja en estos tiempos?
-El mercado del audiovisual, está bajo mínimos y el cine ha bajado mucho con la crisis. Eso supone rebajas en los sueldos de los actores, un 40% en la mayoría de los casos. Las cantidades que se manejan ahora en su mayoría son de niveles del año 95, con diferencia de que el coste de la vida ha subido muchísimo y en estos años se está agudizando el problema. Esta crisis está arrastrando una bajada de sueldos y unas condiciones de trabajo más duras, con una reducción de sueldos. Habría motivos para quejarse.
-Le veo muy comprometido con la situación de su sector.
-A eso se le añade que las cadenas no pagan los derechos de imagen, los de comunicación pública, por los pases de las ficciones y en estos momentos hay acumuladas grandes deudas por este concepto.
-En su caso personal, que incluso hace publicidad ¿Cómo lo está viviendo?
-Trabajo en televisión, en teatro, me encuentro bien dentro de lo que cabe. Los de mi generación estamos acostumbrados a las crisis
-¿Está preocupado por el futuro?
-Se está produciendo un cambio de modelo, un cambio de estructuras, que provoca inquietud, pero hay que estar preparado para todo lo que llegue. He vivido grandes y pequeñas crisis. Preocupación no sería la palabra.
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