Análisis de la feria taurina
Colombinas
CON el arrastre del último novillo del festejo de ayer se cerró definitivamente la feria de Colombinas 2014. Una feria en la que es posible que haya habido un poquito menos de público, pero que en general puede decirse que ha mantenido el tipo respecto a la asistencia del aficionado.
Y es que no es fácil encarar una feria desde la que en un principio se pensó poder encajar a José Tomás, hasta que el madrileño desestimó la opción de venir hasta una plaza en la que se siente realmente cómodo. Pero no vino, y el reto fue de órdago pra poner en marcha ese plan B de los empresarios. Todo un reto si tenemos en cuenta que, a nivel de torería, estaban los principales.
El caso es que la feria terminó revitalizándose poco a poco por encima del nombre de cualquier torero, lo que podría considerarse hasta un triunfo, y el balance que ofrece es, sin lugar a dudas, altamente positivo, si tenemos en cuenta que cada tarde ha tenido detalles importantes para el espectador y que incluso en el formato de la feria ha tenido cabida, después de mucho tiempo sin anunciarse en el abono, una novillada picada, que es la que precisamente ayer cerraba la feria.
Un serial que abría el pasado viernes con un plato fuerte como era la vuelta de Enrique Ponce a una plaza donde el valenciano siempre tuvo cartel. A la postre sería Ponce quien se llevara el toro de una variada corrida de Pereda que lució buena presencia.
Tras la faena inicial de un Fandiño muy entregado frente a un interesantísimo toro de La Dehesilla, al que terminó cortando una oreja después de una faena intensa, Ponce se encontró el regalo del festejo. Un toro bravo y encastado al que el valenciano le realizó una faena inteligente y con mucha enjundia.
Templanza de un torero en sazón. Regalo de 25 años de magisterio a un tendido que siempre le respetó. Lidia muy suave y con gusto de Ponce, que terminó escuchando palmas por Huelva como en los viejos tiempos.
En ese mismo festejo Talavante se empleó con el primero de su lote, al que no mató y terminó aburriéndose frente ante las pocas posibilidades del astado que cerró el festejo.
La segunda tarde de Colombinas significó el debut ganadero de Daniel Ruiz con una corrida justita de presencia y de contenido. Una corrida desrazada en líneas generales de la que Miguel Ángel Perera se llevó la peor parte en forma de lote imposible. Un jabonero con incómoda embestida y ninguna clase, al que después de andar esforzado con él, terminó con un bajonazo que aniquiló cualquier opción de trofeo. El remate de su particular feria lo protagonizaría un toro sin posibilidades, manso y desentendido del esfuerzo que Perera hizo desde el comienzo de faena, con un pase cambiado desde el mismo platillo de la plaza.
Morante tuvo en la apertura del festejo la opción de un torito muy suave y bravo pero sin fuerzas. Dejó detalles muy toreros el sevillano, aunque sin terminar de remontar a faena completa.
De cualquier forma, el toreo de Morante deja poso importante en la feria, más aún si tenemos en cuenta su esfuerzo por sacar agua del pozo de ese castaño de Daniel Ruiz, que tras mostrar su clase y bravura en ese arranque de lejos al caballo del picador, terminó muy venido a menos en una faena donde contó sin duda la disposición con la que Morante vino a afrontar el cartel más completo de un serial en el que se le esperaba como triunfador del pasado año y en donde se apunta también la mejor entrada de público, con una plaza casi llena.
Pero si en algo hay que recordar esa segunda tarde de feria es por la rotundidad del triunfo de El Juli. Variado en quites, poderoso en la muleta, decidido al triunfo por encima de cualquier circunstancia, al madrileño le sirvieron, o hizo servir, a los dos toros de su lote y puso de pie al tendido de La Merced.
Cuatro orejas, dos estocadas, dos faenas llenas de un oficio intenso tanto con el capote como la muleta y un dominio apabullante frente a la cara del toro. El Juli se merendó la tarde con torería y un hambre de triunfo que no fue cualquier cosa, haciendo totalmente suya una feria que prácticamente le aúpan como uno de los grandes triunfadores del abono onubense.
El festejo, ese mano a mano de rejones, deparó en la tercera tarde de Colombinas, una presencia de público algo menor que otros años y la gran sorpresa ganadera de la feria. Un corridón de toros con presencia, bravura y nobleza, de Fernando Sampedro, que sirvió como argumento ganadero para ese festejo de rejones que a la postre terminó sacando a hombros Ventura, Romero y ganadero titular del hierro de Sampedro, los tres protagonistas de una tarde intensa de toreo a caballo en la que Ventura sacó a flote lo mejor de su toreo.
Terrenos inverosímiles, una templanza que asusta porque ya casi no tiene límites y un afán de triunfo que no perdona. Tres orejas cortó el luso-sevillano y tres cortó también Andrés Romero con una faena intensa, emotiva y llena de calidad, al último toro de esa corrida de Sampedro que tan buen regusto ha dejado. Por cierto que Andrés Romero fue protagonista de un percance al caer ante la cara del toro después de quedarse sin terreno en una de las piruetas con su caballo Guajiro. Afortunadamente, todo quedó en un gran susto, olvidado después con esa meritoria Puerta Grande compartida con Ventura y el ganadero, y las buenas maneras que mostró igualmente el portugués Palha, quien actuó como sobresaliente.
Por su parte, la feria terminaba con esa novillada a la que hace referencia la crónica de hoy. Un festejo que sirvió para remachar esa tercera Puerta Grande de la feria a cargo del novillero triguereño David de Miranda, quien a pesar de los avatares de la lidia del quinto, pudo concretar ese triunfo en presencia de muchos de sus paisanos. Lástima que esa novillada de Cayetano Muñoz, preciosa y de muy buena presentación, fuera un dechado de falta de raza y de movilidad frente a las buenas intenciones de una terna novilleril de muchísimo interés.
Frente a ella, Lama de Gongora dejó imagen de novillero en progresión y Roca Rey, la de un novillero de muchas y buenas posibilidades para la Fiesta.
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