Echa el cierre Sánchez Cobaleda y desaparece Vega-Villar
La crisis, la hegemonía de un encaste, la férrea exigencia sanitaria y la falta de ayuda institucional han abocado al precipicio a ganaderías legendarias como la de Sánchez Cobaleda, que acaba de echar el cierre y consigo un encaste ya irrecuperable: el Vega-Villar y sus célebres "patas blancas".
"Rosón", un berrendo en negro calcetero, herrado con el número 24, pasará a la historia como el último toro del hierro salmantino de Sánchez Cobaleda que ha participado en un espectáculo público: en Benavente (Zamora), el pasado julio, en el XI Congreso Nacional de Toros de Cuerda.
Este toro es hijo de las vacas de vientre que José Manuel Sánchez, fallecido el pasado mes de febrero, decidió llevar al matadero el 1 de noviembre de 2010 para extinguir la ganadería: "fue una decisión tremenda y un mazazo para mi padre, pero no veíamos otra salida", recuerda su hija, María José Sánchez Majeroni.
En los últimos meses, las calles de varios pueblos de España han visto correr a los últimos 'patas blancas', herederos de la estirpe creada en 1910 por José Vega con sementales de Santa Coloma y vacas de Veragua, y que en 1914 vendió a los hermanos Francisco y Vitorio Villar para conformar estos el encaste Vega-Villar.
"Ningún ganadero cría toros para que salgan por las calles y más después de haberse anunciado en los mejores carteles", lamenta e la actual ganadera, bisnieta de Arturo Sánchez Cobaleda quien, al comprar en 1924 una parte de la vacada de Francisco Villar, creó el hierro de Sánchez Cobaleda, que tomó antigüedad en 1928.
La predilección por el monoencaste tanto en la lidia a pie como en el rejoneo, y el férreo saneamiento en Castilla por la tuberculosis, que ha dejado pocas reproductoras para mantener las líneas están entre las causas de la decisión. En la Facultad de Veterinaria de León se conserva semen y óvulos para el futuro.
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