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Gran dimensión de Ventura

El rejoneador sevillano, a punto de conseguir su undécima Puerta del Príncipe Sergio Galán corta una oreja y Lea Vicens, de vacío Corrida de Bohórquez con escasa movilidad

Diego Ventura, en un adorno ante el quinto toro, con el que cuajó una gran faena.
Luis Nieto

11 de abril 2016 - 01:00

PLAZA DE TOROS DE LA REAL MAESTRANZA DE SEVILLA Ganadería: Corrida de Fermín Bohórquez, de dispares hechuras y volúmenes y en conjunto con escasa movilidad y de mal juego. TOREROS: Sergio Galán, pinchazo y medio rejón trasero (silencio); rejón (oreja). Diego Ventura, rejón (dos orejas); dos pinchazos y rejón (vuelta tras petición). Lea Vicens, pinchazo, rejón y rejón traserísimo (silencio). Tres pinchazos, rejón sin quebrar y cuatro descabellos (saludos tras ovación). INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Domingo 10 de abril de 2016. Tres cuartos de entrada. Diego Ventura salió a hombros por la puerta de cuadrillas.

El rejoneador Diego Ventura salió a hombros por la puerta de cuadrillas tras una actuación completa, en la que dio una gran dimensión como lidiador. Cortó dos orejas en su primero y se quedó a un paso de conseguir su undécima Puerta del Príncipe debido a que pinchó dos veces antes del rejón definitivo a su segundo toro. Pero por encima del balance de trofeos, dejó patente una solidez extraordinaria. Galán, que consiguió un trofeo, causó una grata impresión y Lea Vicens tuvo una actuación discreta.

La corrida de Bohórquez, despuntada reglamentariamente, de pinta negra, en conjunto con escasa movilidad y de mal juego, fue materia prima para probar a los rejoneadores y a sus caballos toreros y el espectáculo resultó muy interesante.

Con el segundo, mansote y con tendencia a tablas, Ventura dio un recital de buen toreo, con un Nazarí pletórico. El sevillano paró bien al astado en su salida y en banderillas, tanto toreando de costado, como de frente y en dos quiebros espectaculares, las palmas echaron humo. Tras un epílogo sobre Remate, clavando cortas, mató de rejonazo certero y de efecto rápido y ondeó sobre la plaza una nube de pañuelos blancos. Dos orejas y la Puerta del Príncipe entreabierta.

El quinto, manso y parado, se emplazó en el tercio de banderillas. Hacía falta un caballo con mucho corazón y exquisita doma para encelar al astado. Ventura apareció majestuoso a lomos de Sueño para un tercio de banderillas que hizo las delicias de los aficionados. Con el toro haciéndose fuerte en tablas, el torero y su cabalgadura atacaron con firmeza para prender banderillas jugando con las querencias, clavando una banderilla de dentro afuera. Tremendas ovaciones. Pero antes del rejón de muerte, pinchó en un par de ocasiones. Toda la calma que había tenido el rejoneador en la lidia se transformó en precipitación en la suerte suprema y antes del certero rejón, pinchó en dos ocasiones. La petición de oreja no fue atendida por la presidencia y Ventura dio una más que merecida vuelta al ruedo.

Sergio Galán, que abría cartel, cuajó una buena faena a su primer toro, al que recibió de manera espectacular en el portón de toriles, siendo perseguido por un toro, de 606 kilos, a velocidad del AVE, y al que enroscó tras su cabalgadura en el primer tercio. En banderillas toreó de verdad sobre Ojeda. Mató mal, de pinchazo y rejón trasero y su labor fue silenciada.

El cuarto, el toro de menor volumen y peso, se paró de inmediato. Trabajó de lo lindo el torero, que consiguió los momentos más importantes a lomos de Apolo, como un par a dos manos, que acogió con una grandiosa ovación el público. Como rúbrica: un rejón. Y como premio: una oreja.

Lea Vicens tuvo una actuación voluntariosa y discreta. Ante el tercero, apagadito y con buen son, al que le sobró un segundo rejón de castigo, anduvo muy desacertada a la hora de prender banderillas y en la suerte suprema. Con el sexto, un animal con movilidad, realizó una labor más alegre y desigual, acompañada nuevamente con el desacierto con los aceros.

El segundo y último festejo de rejoneo en esta Feria de Abril dejó patente la capacidad lidiadora de un Diego Ventura que estuvo a un paso de su undécima Puerta del Príncipe. Pero su toreo ahí quedó, sobre el rubio albero maestrante, con los magníficos Nazarí y Sueño, dos sueños de caballos toreros.

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