Gran tarde de toros en Cortegana
Andrés Romero y David de Miranda, a hombros tras una preciosa e importante tarde de toreo Buena y hermosa novillada de utreros de Villamarta, propiedad del ganadero Federico Molina
Antes de comenzar el paseíllo Andrés Romero ya traía en su esportón las cuatro orejas y dos rabos del día anterior en Zahinos. Triunfo rotundo que le pone en funcionamiento en un mes en el que la temporada se hace especialmente intensa.
El caso es que, sobre el bonito ambiente de Cortegana, el paseíllo se antojaba de ocasión para visualizar las armas con las que esta Huelva se hace protagonista en la fiesta. Dos toreros -uno a caballo y otro a pie- con una legión de seguidores, y un ganadero, Federico Molina, que mandó para Cortegana una preciosidad de novillada. Enmorrillados, remate de hechuras y con la pinta de haber comido todo lo que les dio la gana. Todo un lujo de presencia que hace aún más importante lo conseguido por los actuantes.
De todo hubo en el festejo porque así es esto, pero sobre lo desabrido de las condiciones del cuarto de la tarde y la poca raza del segundo está sin duda la transmisión y poder del que cerró plaza y la inmensa clase y nobleza del quinto. Un dulce que le tocó a Miguel Ángel Silva. Frente a él, el extremeño, después de haberlo cuajado por los dos pitones con un toreo de cadencia, suave y mandón, lo estropeó con la espada.
En su primero, ante un soso enemigo, poca cosa pasó, amén de una certera estocada.
David de Miranda estuvo soberbio con el capote frente a su primero, al que después terminaría cuajando con la muleta en tandas de mucho reposo y buen trazo. Inmensos los remates de pecho, llevando hasta el final al novillo. Lució bien David, sobre todo al natural, llevándolo muy cosido al engaño. Faena de mucho mérito en este novillo, con el que estuvo valiente en el quite con el capote a la espalda. Rotunda la estocada, que llevó a sus manos las dos orejas.
Al sexto, al que quizás faltara castigo en el caballo, le plantó cara en una labor muy seria y honesta. Tenía cierta violencia en su viaje el animal, pero David le ofreció respuesta dejando la planta muy quieta y plantando con firmeza la muleta para embarcar una embestida que tuvo emoción y mucho mérito por parte de un torero que ayer se apareció con oficio mucho mayor del que se le supone por su corta carrera.
Andrés Romero, por su parte, cuajó una gran faena con el que abrió plaza. Un toro que galopó con buen son tras las cabalgaduras y con el que el de Huelva anduvo muy torero durante toda su labor. Acierto pleno en todos los hierros que clavó y belleza en la suerte con las banderillas en una labor total de mucha suavidad. Todo muy natural hasta dejar en suerte el momento de la muerte, que Andrés rubricó con un gran rejón.
Más difícil fue la lidia del cuarto, un toro que no dio facilidades, que buscó en muchos momentos la ventaja y que se abrigó demasiado en terrenos de adentro. Romero le llegó muy cerca con los caballos y estuvo por encima de las condiciones de una lidia en la que dejó la grata impresión de que todo sigue en la línea importante de rejoneador que afronta un intenso mes de actuaciones importantes.
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