¿Involución en el toro de lidia?

Corrida de inválidos y accidentada · Manzanares es premiado con un trofeo por media faena · El Fandi, sin toros, es ovacionado por un par de banderillas · Desangelada imagen de Talavante

José María Manzanares, en un derechazo de mano baja al segundo bis, al que cortó una oreja.
José María Manzanares, en un derechazo de mano baja al segundo bis, al que cortó una oreja.
Luis Nieto

01 de mayo 2009 - 01:00

Aviso a navegantes. Los toros vuelven a caerse con demasiada frecuencia. Los hechos, en esta Feria de Abril, se han sucedido insistentemente, con indicios más que preocupantes. En los últimos años del siglo pasado los ganaderos intentaron rescatar al toro derrengado y descastado y apostaron en su laboratorio particular de la tienta por recuperar casta y fuerza, a pesar de que eso no agrade a la mayoría de toreros. A tenor de lo que está sucediendo últimamente y en especial en este escaparate de lujo que es Sevilla, cabe preguntarse: ¿Volvemos a una involución en el toro de lidia? ¿Regresaremos a las caídas constantes y los toros bobalicones en grado superlativo? ¿Se continuará echando agua al escaso vino de la bravura del toro de lidia?... Lo de ayer fue nuevamente de vergüenza. Primero y segundo fueron devueltos por inválidos. Al primero bis no lo pudieron levantar ni el aguerrido equipo de gruistas que formaban la cuadrilla de El Fandi. Y el tercero se echó al comienzo de la muleta como diciendo: "Aquí me las den todas". En este revuelto espantoso, para más inri, el cuarto se partió una pata. El público volvió a desesperarse y uno de los gritos, ocurrente, cuando se lidiaba el cuarto toro, fue más ovacionado que algunas de las faenas que no vivimos: "¡¿Dónde compráis los toros, en los chinos?!".

Debido a lo anterior, lo artístico también anduvo bajo mínimos. José María Manzanares consiguió el único trofeo del festejo por media faena al sobrero de El Serrano, al que con paciencia le sacó provecho en tandas cortas, en alguna de ellas con muletazos de mano baja, arrastrando la muleta. Otra serie, una vez que se había arrancado la música, tuvo la virtud de la ligazón, con varios derechazos, un cambio de mano y un pase de pecho monumental. El resto de tandas fueron muy cortas o bien interrumpidas al segundo muletazo. Con la izquierda, por donde se metía mucho el toro, no tuvo opción. Mató de estocada y... premio excesivo. Con el quinto, al que le faltó acometividad, inicio de faena con enganchones y vulgaridad para centrarse en una serie con la diestra con ligazón y muy ovacionada. Con la zurda, nada. Luego, el toro, ya rajado, acometía hasta encogido.

El Fandi quedó prácticamente inédito. Tras el pañuelo verde a su primero, saltó un sobrero de Gavira, noble, pero flojísimo. El granadino lo sujetó muy bien de salida y se estiró en buenas verónicas de recibo. También gustó en un quite en el que alternó chicuelinas y tafalleras. Con las banderillas, desacertado. El toro, como un pésimo pugilista, no tardó en arrojar la toalla y tomó la arena de la Maestranza por una playa particular. Allí se tumbó y los gruistas, o sea, los banderilleros de El Fandi, lucharon por levantarlo. Imposible. Absolución y puntillazo. Al cuarto, renqueante, tras un volteretón en la capa, El Fandi le prendió un gran par de banderillas cuadrando en la cara, el tercero, muy ovacionado. El toro llegó a la muleta lisiado y tuvo que matarlo de inmediato.

Alejandro Talavante dio una imagen desangelada. Apenas tuvo opción con el noblón primero, que se echó pronto en la faena de muleta. Firmó una trincherilla de cartel. Ante el sexto, le faltaron recursos y ambición con un toro que calamocheaba, pero que no era una fiera corrupia.

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