José Tomás vuelve con fuerza y corta tres orejas y un rabo
Feria de Jerez
Gran encierro de Núñez del Cuvillo con un toro de vuelta al ruedo. Puerta grande para el genio de Galapagar con Padilla, Manzanares y el mayoral.
Respondió a las expectativas José Tomás en su regreso a los ruedos españoles, ausente desde 2014, y sublimó el toreo cortando tres orejas y un rabo tras ligar dos faenas de sensación frente a un gran encierro de Núñez del Cuvillo, tarde que se redondeó con las puertas grandes de Padilla y Manzanares.
Un torero tocado por los duendes que vuelve con fuerza y sitio, y que ofreció un indescriptible recital al natural con un primer toro extraordinario, justamente premiado con la vuelta al ruedo.
Un gran toro y un torero rozado por el soplo, soplo en los términos que se entiende en Jerez desde que Rafael de Paula utilizó ese concepto. Porque cuando hay arte en el ruedo de Jerez hay que acordarse de Rafael de Paula. Y ayer lo hubo.
Los naturales de José Tomás gobernaban con pereza esa extraordinaria y entregada embestida del segundo de la suelta, un “Lanudo”, nombre que en esta vacada tuvo el honor del indulto por Perera en Algeciras en 2010, o como aquel otro “Lanudo” de Cuvillo de vuelta al ruedo en Vistalegre en 2011 con el Cid. Pues ya hay otro “Lanudo”, ahora ligado a Jerez e inmortalizado por José Tomás, que nos sobrecogió a todos ralentizando sus entregadas embestidas en un poema por naturales.
Soplaba el viento, la tarde tristona, las banderas tersas por el aire, los papelillos volando y el torero en los medios, sin inmutarse, quieto, la planta erguida, las zapatillas enterradas en la arena, el cuerpo flojo, olvidado y sin inquietarse por la amenaza del aire en las telas, para el un mero soplo.
No es posible hacer el inventario de una faena cuando el toreo se hace milagro, no hay adjetivos, solo emociones y sensaciones. ¿Como calificar las chicuelinas de escalofrío de salida, el miedo que pasamos cuando se echó el capote a la espalda y se pasó al toro por la barriga en el quite, y esos estatuarios iniciales con la muleta, el mentón clavado en el pecho, como desdeñando al toro?
No hay calificativos para una faena de ensueño que brindó al público, no al Rey como es lo habitual cuando tal alta magistratura acude a los toros. Tal vez porque de uno en uno somos como vos, pero juntos más que vos, pero todos siempre agradecidos por el apoyo a la fiesta cuando hay antitaurinos chillando en la puerta.
Aunque lo que de verdad cae como agua de mayo a la fiesta es ese caudal de naturales, esa sobredosis de toreo natural, bueno, caro, y engarzado con la trinchera y los suaves remates por bajo. La muñeca de Tomás será un día objeto de estudio, por esa manera de ralentizar las embestidas, de hacer interminable el mecido de la muleta. No hay adjetivos, nada más que la solemnidad del pasodoble “Manolete”, para explicar algo así.
Toda la corrida peleó en los medios, toda galopó, pero también tuvo José Tomás un segundo toro sin clase y de poca codicia, al que sobó e hizo embestir. Esta vez fue el José Tomás lidiador, técnico y en suma torero, quien hizo que el toro rompiera y se engolosinara al natural, para asombrar de nuevo. Antológico José Tomás, esta actuación pensamos que figurara entre las más completas y macizas de su trayectoria.
Sus compañeros de cartel le acompañaron por la puerta grande. Padilla nos dio el susto en el primer toro, al resultar cogido en banderillas al salir del segundo par. Nos dio la impresión de que se había lastimado el pie al salir del primer par y tal vez ello influyó en que resultara alcanzado y arrollado.
El torero quedó conmocionado y el público impresionado . Por suerte volvió de la enfermería para continuar la lidia con la muleta de un toro que se vino arriba y que tenía su tela que lidiar. Padilla estaba sensiblemente mermado pero se vino arriba repetimos con un toro que no fue nada fácil.
Pero donde remontó de verdad el Ciclón fue con el cuarto. Estaba dispuesto a derribar la puerta grande como fuera y lo consiguió en plan Padilla, abriendo en los medios con una serie larguísima de rodillas por la derecha de una docena de pases y el de pecho. El público respondió a esa entrega y el torero remató una faena sobre la mano derecha, en la losetilla, donde pesan los toros, y entrando a matar en ese centro del ruedo.
Manzanares tuvo un primer toro muy bueno con el que pudo expresarse en una series en redondo de mucho calado para alcanzar la cumbre de su labor con una serie que abrió con trinchera, redondo, derechazos y el de pecho marca de la casas. La estocada a recibir fue la guinda.
El sexto fue otro toro, que reponía, hacía hilo y se lo hizo pasar mal al que se puso delante, ya fuera el matador o el lidiador. En el capote ya se vio que si tenía algo bueno sería por el derecho porque al natural no tragó nada, reponiendo con peligro: el más complicado de un extraordinario encierro.
Tercera Corrida de Abono de la Feria de Jerez
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