Luque, Del Álamo y Jiménez Fortes, ovacionados en Gijón

El diestro sevillano Daniel Luque, en un derechazo a su primer toro.
El diestro sevillano Daniel Luque, en un derechazo a su primer toro.
Efe Gijón

13 de agosto 2014 - 01:00

Sólo tres ovaciones en la tarde, dos para Daniel Luque y una para Juan del Álamo, fueron el gris balance del festejo celebrado en Gijón, segundo de su Feria de Begoña, en el que los inválidos toros del Puerto de San Lorenzo impidieron cualquier atisbo de espectáculo.

El sevillano Daniel Luque se enfrentó en primer lugar a un toro manso y muy medido de fuerzas. El joven espada de Gerena dibujó bonitas verónicas en el recibo y, también, espléndidas chicuelinas para llevarlo al caballo. Pero en la muleta no pudo ser.

El animal perdía las manos cada dos por tres, y Daniel Luque tuvo que llevarlo siempre a media altura en una faena estética pero sin profundidad y ayuna de emoción por culpa de la claudicante condición de su antagonista. Saludó tras una ovación.

El cuarto tuvo algo de mejor condición, y Luque, que volvió a brillar manejando el capote tanto a la verónica como por chicuelinas, cuajó una buena e interesante faena, que contó con bellos pasajes sobre ambas manos ante un toro que fue a más a medida que transcurría su lidia.

Mató bien y se pidió la oreja, mas la autoridad decidió no concedérsela, conformándose finalmente el de Gerena con otra ovación.

Juan del Álamo apenas pudo mostrarse voluntarioso con un primer toro blando y sin fondo: a la mínima que se le apretaba rodaba por el albero. Silencio en la grada.

El quinto le ofreció algo más de posibilidades, pero aquí Juan del Álamo, que toreó con reposo y gusto tanto a derechas como al natural, perdió el premio por culpa de la espada.

Saúl Jiménez Fortes tampoco pudo brillar en su debut en la plaza de toros de El Bibio de Gijón frente a un primer toro de su lote que estuvo en el límite de la invalidez y al que no pudo ligar ni un sólo pase durante la faena. Y por si fuera poco, en los últimos compases del tercer astado, el toro se partió una pata, antes de que el diestro montara la espada. El enfado de los tendidos era de aúpa ya en esos momentos.

El sexto se quedaba a mitad del muletazo, aunque lo que aquí molestó de verdad fue el viento que se levantó, que propició que la faena de Jiménez Fortes no acabara de romper en ningún momento, por lo que fue silenciado.

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