Mejor quedarse en la Feria
Balcón de Sol
Los aficionados a los toros suelen conocer, de memoria, los nombres de fincas míticas del campo bravo español: San Fernando, de Pérez Tabernero; Campocerrado, de Atanasio Fernández, en Salamanca; Los Bolsicos, del Conde; o La Giralda, donde pastaron los toros que don Juan Contreras compró a Murube, en Badajoz; Zahariche, de Miura, y Partido de Resina, de Pablo Romero, en Sevilla. Las Lomas, de Tamarón; y Jandilla, de Domecq, en Jerez. Es a esta última finca donde don Juan Pedro Domecq llevó, desde Aranjuez, la ganadería del duque de Veragua para cruzarla con sementales de Tamarón, puro conde de la Corte, y dar así origen al encaste que es la base, en sus diversas variantes, de la mayoría de las ganaderías que componen la cabaña brava. Ya no pastan los toros de Jandilla allí, sino en Extremadura, si bien sigue en manos de la misma familia y conservando el encaste que le dio fama. Es una ganadería que al aficionado, salga buena o mala como ayer, siempre le gusta ver por su historia y el fondo de bravura y nobleza que atesora.
Ayer hizo mucho viento en la Maestranza. Siempre he pensado que el viento afecta mucho al comportamiento de los toros. En general, los toros suelen embestir los días de lluvia y en cambio suelen estar más descompuestos los días de viento. Recuerdo haber visto suspender corridas en El Puerto por este motivo. No recuerdo, en cambio, embestir ningún toro los días de levante fuerte. Claro que después llegas a Las Ventas, donde sopla el viento hasta los días de calma chicha, y ves toros embestir. Misterios del toro bravo. Con esto no quiero excusar a una corrida que, salvo el bravo tercero, defraudó las expectativas puestas. La corrida, muy bien presentada, resultó mansa y descastada en todos los tercios, sin fondo alguno.
Manzanares y Talavante cumplieron sin más con unos lotes que no ayudaron en modo alguno al lucimiento de los toreros. No han tenido suerte con sus lotes en esta Feria tan exitosa, por otro lado, y se van tal y como vinieron.
El único toro bravo de la tarde, el tercero, le tocó en suerte a Tomás Rufo. Me gustó mucho ese toro, sobre todo en los primeros tercios. Rufo lo puso largo en el caballo -personalmente, me gusta más que para el primer puyazo se ponga más corto y se abra en el segundo y sucesivos que es donde se ve la bravura- y el toro fue como una exhalación, igual que en el segundo, si bien en este tardeó más y escarbó. Ha sido la pelea en varas más bonita en lo que llevamos de Feria. En banderillas permitió el lucimiento con un galope franco y claro. Tomás Rufo así lo debió ver y brindó al respetable. Parecía que la tarde se podía enmendar. El toro desarrolló en la muleta nobleza y bravura siendo pronto, si bien andaba muy justo de fuerzas, perdiendo las manos con frecuencia. Es difícil para un torero entenderse con este tipo de toros, bravos pero a la vez justos de fuerza. Requieren mucha suavidad. No acabó Rufo, limitado por el viento, de acoplarse con el toro ni de encontrar la distancia adecuada. La faena no tuvo intensidad . Mató de un pinchazo y una estocada atravesada. Me quedó la sensación de que el toro tenía más.
Ayer acertó el que se quedó en la Feria. No todos los días pueden ser de borrachera.
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