Miriam Cabas: con Los Barrios por montera
Taurinas
La novillera barreña compatibiliza su carrera taurina con los estudios de Veterinaria
"El toro me tiene la mente robada, prefiero levantarme que acostarme a las seis", confiesa
El sueño más recurrente de este proyecto de torera, debutar en La Maestranza
Miriam Cabas es mucho más que una vivaracha novillera sin caballos, que no tarda un segundo en corregir cuando se le llama torera. “Para eso hay mucho camino por recorrer”, replica. Es mucho más que una aspirante a matadora de toros que tiene el sueño del debut en La Maestranza de Sevilla grabado a fuego. Miriam Cabas es una hija de Los Barrios que reivindica su pueblo allá donde pisa y una estudiante de Veterinaria, en Extremadura, porque si no acaba por triunfar en los ruedos, quiere garantizarse un modo de vida cerca de los astados. “El toro me tiene la mente robada, pienso en él las 24 horas del día”, afirmó en una entrevista. Y basta pasar cinco minutos con ella para saber... que se quedó corta.
El abuelo de Miriam, Gregorio Cabas, fue el que le inculcó esa pasión desmedida por todo lo taurino. “Se fue no hace mucho, pero con la satisfacción de verme vestida de luces”, recuerda. A los cinco años esta chica que ahora cuenta 21 estaba inscrita en la Escuela Taurina de Algeciras. Su tía es su moza de espadas y su madre, la sufridora en casa. La carrera taurina se la dirigen desde Francia, donde ya tuvo sus dos primeras experiencias. En España es el maestro Francisco Ruiz Miguel quien se encarga de su formación, a la que ella añade horas con atletas del Campo de Gibraltar para mejorar determinados movimientos pensando en sus evoluciones una vez se encuentra en el coso. Toro, siempre toro.
Nueve orejas en cinco comparecencias en los ciclos de novilladas de Canal Sur de los dos últimos años suponen hoy por hoy, por la repercusión que tienen, su mejor pasaporte hacia un futuro que, dicen los que saben, es más que esperanzador. El reto más inmediato no se hace esperar. El domingo, en Ubrique, donde por cierto llegará acompañada por un autocar lleno de vecinos de la Villa, porque si algo le sobra el carisma. Es imposible no contagiarse de su entusiasmo. "Sería bonito un cartel con gente de aquí en la Feria de Los Barrios, pero como la plaza está cerrada....", deja caer.
“No entiendo que sorprenda tanto que una novillera estudie veterinaria, pero imagino que como soy yo la que lo vive en primera persona...”, comenta. “Igual el problema es la imagen que tenemos del veterinario, porque su trabajo es mucho más que curarle la patita a perros y gatos. En mi caso lo que me interesa es la veterinaria del campo, enfocado al caballo y al toro bravo”.
“Y lo mismo pasa con la tauromaquia, que no es solo lo que se ve en las plazas”, recalca. “Antes de eso hay un trabajo impresionante y los que participamos de este mundo vivimos para el toro bravo, cuidamos al toro bravo y estamos las 24 horas en eso”.
“No hay persona que ame más el campo, la dehesa y al toro bravo que los que estamos dentro, los que toreamos, los mayorales, los ganaderos... yo nunca he visto un antitaurino por una ganadería o levantarse a las seis de la mañana y estar a las siete montado en un caballo y acabar a las once de la noche y yo sí lo he hecho”, reivindica.
“Es que todos mis gustos están relacionados con el toro, el caballo... me encanta el acoso y derribo, la doma vaquera y los animales, por eso estudié veterinaria”, sostiene. “A ver, que soy una chica normal, que me gusta divertirme, pero hay prioridades en la vida y yo prefiero levantarme que acostarme a las seis de la mañana”.
“Los toros es un mundo complicado para chavales y para chavalas y aunque siempre hemos tenido las mujeres más dificultades para torear, ahora se ha abierto un poco la mano y nos están dando el lugar que merecemos las mujeres en este mundo, porque para eso lo trabajamos”, defiende al ser cuestionada por el tan manido asunto de las diferencias de sexo. “Yo siempre digo que a mí el toro no me pide el carnet, me pongo en el mismo sitio y asumo el mismo riesgo que mis compañeros”.
“¿Miedo? Quien diga que no tiene miedo, miente”, sostiene con mirada desafiante. “Todos tenemos miedo, pero nunca se me ha pasado por la cabeza que un toro me puede dar una cornada. El día de la novillada te levantas ilusionada, te sabes presionada por la gente, si la novillada es televisada de Canal Sur, también por las cámaras... pero una vez sales de la habitación solo piensas en dejarlo todo ahí, yo siempre trato de disfrutar”.
La novillera barreña confiesa que compatibilizar su carreras universitarias y taurina no resulta fácil. Implica hacer muchos kilómetros (“más que el Correcaminos”) y renunciar en muchas ocasiones a su familia. En Extremadura llegó a entrenarse en una plaza de pueblo “con una farola en medio”. “Un día levanté la mirada y había una hilera de ventanas llena de gente mirándome. ¿Que si me gustaría torear allí? Es que a mí me gustaría torear en todas partes”.
Miriam Cabas no lo sabe, pero aunque aún la anuncien en los carteles como novillera sin caballos puede que no sea aún matadora de toros, pero sí torera. Eso es una filosofía de vida, no un oficio. Y a ella se le escapa la torería por los cuatro costados.
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