Oreja de poco peso para Juan Bautista
El diestro francés obtuvo, con mucha generosidad presidencial, el único premio concedido en la plaza de toros de Pamplona, en la que se lidió una corrida de José Escolar mayoritariamente desrazada y deslucida.
A la mayoría de los ejemplares de la corrida de José Escolar lidiada hoy en Pamplona les faltó entrega y raza para emplearse de verdad tras las telas. Casi todos embistieron siempre con la cara alta o intentando ganar terreno ciñéndose en cada cite.
Pero, aun así, alguno se dejó hacer con cierta sosería e incluso hubo uno, la excepción a la regla, que quiso tomar los engaños a ras de arena y empujando con los riñones, como fue el cuarto, curiosamente el mismo toro que por la mañana se volvió hacia los corrales en la Cuesta de Santo Domingo e hizo en solitario toda la carrera del encierro. Ese ejemplar destacado de la corrida le tocó a Francisco Marco, el torero local que todos los años se ve anunciado en la feria de San Fermín, más allá de su escaso rodaje.
El torero de Estella intentó centrarse con un hondo y cuajado ejemplar que dio en la báscula unos 605 kilos atípicos para su encaste, pero pocas veces lo consiguió. Y menos desde que el animal, ante tantas dudas del matador, fue haciéndose el dueño de la situación.
Ya antes, Francisco Marco no había pasado de discreto ante el primero, un toro vareado que no tuvo apenas celo en la pelea pero que llegó a voltearle en la suerte de matar, aunque sin mayores consecuencias que la rotura de la taleguilla.
En una tarde de escasas emociones, también hubo una oreja de muy sorprendente concesión para Juan Bautista tras la lidia del quinto, lo que hay que achacar tanto a la rápida efectividad de la estocada como a la generosidad de la presidencia, pues la petición en el tendido fue menos que minoritaria.
La faena que precedió a tan fulminante espadazo tampoco había pasado de correcta, en tanto que el torero francés muleteó con tanto oficio como escasas apreturas a un toro fuera del tipo de la ganadería pero de manejable actitud.
Esa misma facilidad sin chispa fue la que puso Juan Bautista con el segundo, un animal con algo más de complicaciones pero con el que apostó poco antes de tumbarlo de una contundente media lagartijera.
Al madrileño Alberto Aguilar le correspondió un lote sin clase alguna, sólo que el tercero tuvo la mínima virtud de una fuerte movilidad que el diestro aguantó con firmeza aunque sin conseguir reducirle la velocidad.
Ya el sexto, al que saludó con una larga cambiada, sacó bastantes problemas y peligro, porque siempre tendió a colarse amenazadoramente, sobre todo por el pitón derecho. Esta vez, Aguilar le hizo una larga faena con un derroche de voluntad, mayor de lo que fue su lucimiento.
FICHA DEL FESTEJO:
Seis toros de José Escolar, bien presentados pero desiguales de cuajo, tipos y volúmenes. En conjunto, a la corrida le faltó raza, dentro de su variado comportamiento, pues algunos toros embistieron con sosería y con más o menos problemas y otros resultaron manejables. El cuarto fue el de mayor entrega.
Francisco Marco, de rosa y oro: dos pinchazos y estocada baja (silencio); dos pinchazos y estocada caída (silencio).
Juan Bautista, de caña y oro con los remates negros: media estocada (ovación); estocada desprendida (oreja).
Alberto Aguilar, de azul añil y oro: pinchazo trasero y estocada trasera desprendida (ovación); pinchazo y estocada desprendida (silencio).
Quinto festejo de abono de la feria de San Fermín, con lleno total en tarde de calor bochornoso.
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