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Manuel Jesús ‘El Cid’ despide con cariño en la vuelta al ruedo póstuma al grandísimo toro que atendió por ‘Dorado’. / Juan Carlos Muñoz
José García-Carranza

19 de abril 2024 - 06:00

LA familia Martínez Conradi es gente de campo, labradores. Un buen día D. Álvaro decidió comprar una punta de vacas. Pudo haber optado por cualquiera de las ganaderías comerciales pero optó por una ganadería histórica en horas bajas como era la de Buendía. Inició entonces un camino largo, de exigencia en el campo y tragaderas en los despachos, para volver a llevar el encaste santacoloma a donde un día estuvo. Con las ideas muy claras hoy es una ganadería imprescindible en las principales ferias. Para celebrar su debut en sevilla se le dio, en un conocido restaurante, un merecido homenaje. Recibió D. Álvaro el cariño de todos los presentes y se recordó a aquellos que ya estaban en la mesa del señor. No estaban, físicamente, pero yo sé que su padre, Pepe Martínez, siempre colgando el pájaro, su hermano Jacobo, en un eterno ojeo, y su compadre Pedro, ahora en el palco de ganaderos del cielo, se asomaron al balcón de la gloria para, orgullosos, asistir al homenaje que la gente del toro brindó, merecidamente, a un rejoneador, labrador y excelente ganadero. Enhorabuena.

Sus toros también se sumaron al homenaje, abriendo plaza con un toro bravo que fue premiado con la vuelta al ruedo. Empujó este toro con fijeza en los dos puyazos que tomó saliendo suelto. Fijo, noble y pronto en la muleta, tenía son, faltando humillación y buscando al final las tablas. Fue premiado con una vuelta al ruedo excesiva. Le tocó en suerte al Cid que, a media altura, lo toreó con mucho temple y suavidad. Cortó una oreja. La estocada algo baja y no haber podido bajar más la mano le privaron, quizás, de un premio mayor. Me gustó el Cid. Me recordó por momentos, al torero clásico y templado de las grandes tardes de Sevilla y Madrid. Sale reforzado de esta Feria debiendo tener más oportunidades en esta reaparición.

Emilio de Justo tuvo un primer toro noble, que embistió en la muleta con transmisión y humillación. Estuvo correcto. Poderoso desde el toreo por bajo inicial, hasta los doblones finales. Tiene una concepción muy clásica y sobria del toreo, mide mucho los tiempos y la faena, quizás por eso le cuesta conectar con el público que en muchos momentos respondió con frialdad. Mató de una excelente estocada y cortó una oreja sin más. En el segundo, el que desarrolló más peligro de la corrida, un toro que esperaba y embestía a arreones, estuvo valiente y entregado hasta conseguir meter al toro en el canasto en una faena muy meritoria que, aquí sí, conectó con el público. Mató de una estocada en todo lo alto perfectamente ejecutada. Es una delicia ver matar a este torero. Corta otra oreja, esta con más fuerza. Se le ve un torero con hambre y capacidad para ser figura que sale reforzado de esta Feria.

Daniel Luque, con un lote muy noble, pero sin fondo y transmisión, demostró una vez más por qué es figura del toreo, inventándose dos faenas toreando muy despacio en las que la suavidad y el temple fueron la clave, si bien la falta de transmisión y ligazón impidió que las faenas alcanzaran cotas mayores. Mató de dos estucados. Tiene una gran seguridad con el estoque. Seis toros en la feria, seis estocadas. Sale muy reforzado de la Feria, de la que será uno de los triunfadores.

Una corrida, en definitiva, entretenida de juego dispar con un gran toro. Yo abandoné la plaza acordándome de Tabarro, el toro de Santiago Domecq que, paradojas de la fiesta y de unos presidentes sin criterio, se quedó sin el premio de la vuelta al ruedo que en justicia es el que más se la merecía.

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