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Un sobrero temperamental

Del Dios Toro

EL DEBUT DE FUENTE YMBRO EN LA FERIA Para señalar la ocasión, un toro de reserva encastado y espectacular · Y una sobresaliente faena de Matías Tejela

Barquerito

02 de mayo 2009 - 01:00

EN la galería de toros ilustres y raros contará el sobrero de la corrida de Fuente Ymbro jugado ayer en Sevilla. Raro por el hecho de jugarse de sobrero. Ilustre por ser como fue. Dicen los que están en el secreto que el toro mejor colocado en la carrera de los premios es aquel sobrero de El Ventorrillo que se lidió hace hoy una semana. No pueden compararse esos dos toros, que compartieron el azar de ser sobreros. Pero por motivos distintos. Éste de Fuente Ymbro se quedó en la reserva no por casualidad. Nada más asomar, se supo por qué. Lucía un cofia endemoniada. Seriecita de cara y astifina había salido toda la corrida, pero el sobrero se pasaba.

Era la primera vez que se lidiaba en Sevilla una corrida de Fuente Ymbro. Una ganadería muy crecida, viajada y famosa pero relativamente nueva. El toro del debut, de nombre Tamboril, sacó mucha artillería. No tanta como el sobrero que esperaba destino y que, sin ser un toro cornalón, sí fue muy descarado. Arremangado, las palas blancas vueltas y los pitones negros afiladísimos, apuntados hacia arriba y hacia delante. Estrecho de sienes. Y menos mal. Esas mismas dos hoces se ponen en la frente de, por ejemplo, el sobrero premiable de El Ventorrillo y hay que salir corriendo. Pero eso es lo que no pueden hacer ni hacen los toreros.

Puede llamarse cuerda de un toro a la distancia que media entre uno y otro pitón. La distancia vacía, naturalmente. Lo que da relieve a la envergadura de un toro es la longitud de la cuerda. Si la cuerda es corta, caben varias posibilidades: hay toros brochos, acucharados, acapachados, cubetos. El toro arremangado del estreno de Fuente Ymbro en Sevilla se enlotó con otro acapachado, un cuarto muy nalgudo. Los toros capachos de buena culata suelen salir bondadosos en los encastes Domecq. ¿Por qué? No se sabe.

Fuente Ymbro es, por cierto, una florida rama del tronco de Jandilla y, por tanto, una ganadería del orbe Domecq. Así que, pese a la etiqueta colgada de hierro durito dentro de la celeste música del encaste, también en Fuente Ymbro asoman toros de aquilatada bonanza. Como ese cuarto de tan pacífico son y que galopó bastante. Hasta que de repente lo tentó el demonio, que es la puerta de toriles de la Maestranza, cita obligada para la mayoría de los toros que se rajan. Se lleva más de un siglo investigando por qué esa puerta reclama a tantos toros.

No al sobrero de las temibles puntas acordadas, que apretó en muchos viajes pero peleó en campo abierto cuando hubo que hacerlo. A la antigua manera. Con estilo a ratos pegajoso, pero con la prontitud característica de la casta. Un toro temperamental, que nunca son sencillos, porque el temperamento, visto en positivo, es un instinto de ataque precipitado y es, por tanto, movilidad.

Como se piden tantas cosas a los toros, la insatisfacción es fruta de toda la temporada. Y la insatisfacción remite a ponerles peros a todos los toros porque no hay toro que no los tenga. El temperamento no es magnético pero sí muy atractivo. El toro que lo tiene no se suelta así como así y pone a prueba dos virtudes elementales de un torero de verdad: los recursos y el corazón. Y el temple, pues, destemplado, el temperamento puede transformarse en genio. Y, en fin, temple, corazón y recursos: Matías Tejela, por ejemplo.

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