Tres orejas para el temple de Pablo Aguado, triunfador de la feria de San Sebastián
El sevillano se alza como protagonista de la feria al desorejar a su segundo, sumando tres trofeos Talavante encandiló al público en la lidia de su segundo Roca Rey, con una desmotivación evidente, tuvo una tarde gris
Ficha de la corrida
Seis toros de Núñez del Cuvillo, muy dispares de volúmenes, cabezas y hechuras, y con una general escasez de raza y/o de fuerzas. Destacó el cuarto por su nobleza y calidad, dentro de su limitada energía.
Alejandro Talavante, de corinto y oro: pinchazo, pinchazo hondo bajo y cuatro descabellos (silencio); media estocada tendida trasera y descabello (oreja con petición de la segunda).
Roca Rey, de caldero y plata: dos pinchazos y estocada caída (silencio); pinchazo hondo y cuatro descabellos (silencio).
Pablo Aguado, de verde esmeralda y oro: estocada (oreja tras aviso); estocada (dos orejas). Salió a hombros.
Entre las cuadrillas, destacó picando al segundo José Manuel Quinta, y Antonio Manuel Punta y Javier Ambel saludaron en banderillas.
Tercer y último festejo de abono de la Semana Grande de San Sebastián, con algo más de dos tercios del aforo cubiertos (unos 7.000 espectadores).
El diestro sevillano Pablo Aguado, que hizo dos faenas marcadas por el temple y la suavidad, paseó este sábado dos orejas y salió a hombros en el último festejo de abono de la Semana Grande de San Sebastián, de la que se convirtió, con tal número de trofeos, en máximo triunfador.
Ese pulso que mostró con la muleta fue la clave para que el de Sevilla sacara partido de un lote que lo exigía por distintos motivos, pues fue así, templado de técnica y de estética, como pudo reducir las fuertes arrancadas iniciales de su primero y como luego logró sostener las medidas fuerzas del sexto, que gracias a ello desarrolló mayor nobleza y duración.
La primera oreja la obtuvo Aguado de un "cuvillo" que arreó con fuerza en los primeros compases de la faena, abierta con un acertado y decidido toreo por bajo y continuada con una excelente serie con la derecha que terminó de atemperar a un animal que fue yendo a menos tanda a tanda, pero sin que el torero de Sevilla dejara de salpicar buenos detalles de clase y torería, en lo fundamental y en los adornos.
Tardó en caer ese tercero tras una buena estocada, pero no el sexto, que dobló con el espadazo de rápido efecto con que Pablo Aguado puso el broche a un trasteo definido también por la dulzura de muñecas y un bien administrado juego de tiempos, alturas y pausas que sirvieron para que el de Cuvillo, apenas castigado en varas, se recuperara de su flojera inicial.
Una tanda muy ligada con la derecha en el inicio de la faena y otra final de naturales a pies juntos, prolongada con bellos ayudados rodilla en tierra, fueron los momentos álgidos de Aguado con ese sexto y el principal motivo para la concesión de esas dos orejas de un mismo toro que le facilitaron la salida a hombros y le acabaron de proclamar máximo triunfador del ciclo taurino donostiarra de 2024.
También se pidieron dos trofeos, que el presidente acertó a dejar en uno, para Alejandro Talavante tras su actuación con el cuarto, el mejor toro de la corrida por su nobleza y la calidad de su rítimco galope tras los engaños, dentro de las limitadas fuerzas que tuvo todo el conjunto del encierro jerezano.
Pero Talavante, que había estado resolutivo con un primero basto, reservón y de cortas embestidas, le hizo a ese otro una faena de difícil catalogación, pretendidamente "variada" e "inspirada", pero que en realidad no tuvo ni hilazón ni un criterio claro. Muy brusco de muñecas en lo fundamental, lo que hizo que el toro perdiera las manos en varias ocasiones, el extremeño optó definitivamente por buscar el aplauso con un toreo accesorio ante tan buen material.
Claro que esos cambios de mano, pases por la espalda, arrucinas, desplantes, afarolados y demás suertes volanderas, repartidas a discreción, fueron del agrado del amable público que hoy acudió en mayor medida a la plaza de Illumbe y que acabó pidiendo para Talavante esas dos orejas que la presidencia dejó solo en una tras una estocada muy defectuosa.
Roca Rey, por su parte, tuvo una tarde muy gris en San Sebastián, para decepción de la mayoría que acudió a su reclamo. Visiblemente desmotivado, cuando no displicente, tuvo un primero de lote brusco y siempre en guardia, que le obligó a esforzarse al menos para someterlo, y apenas si lo intentó con laxitud ante un quinto rajado ya en los primeros tercios y que le desarmó varias veces con capote y muleta.
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