Diario de una gran hazaña | Epílogo
Así acabó una gesta que hizo cambiar el concepto del mundo
Diario de una gran hazaña | Capítulo 57 (16 de agosto de 1521)
De contratiempo en contratiempo. Así está siendo el viaje de la expedición española que busca llegar a las Molucas navegando siempre hacia occidente. Y esos reveses parecen haberse concentrado todos en esta zona de las islas Filipinas donde la flota arribó el pasado 16 de marzo, cuando tocó tierra en Homonhon tras su penosa travesía por el Pacífico. Cinco meses después la expedición no sólo ha vivido multitud de tragedias, sustos y enfrentamientos, sino que tampoco ha encontrado la Especiería y, lo que parece más grave aún, no hay esperanzas de que esa meta se alcance pronto.
De momento, lo que tienen que afrontar los españoles es un nuevo parón obligatorio. Tras la huida precipitada de Brunéi, donde el contingente militar perdió a seis de sus efectivos entre apresamientos, ejecuciones y deserciones, las dos naos supervivientes fondearon en un enclave situado al norte de la isla de Borneo para recoger frutas y verduras con las que alimentarse. Pero al echarse de nuevo a la mar, la nao capitana, la Trinidad, golpeó a una roca sumergida, lo que originó un importante boquete en el casco por el que empezó a entrar el agua del mar a borbotones.
Este suceso ha obligado a la expedición a fondear hoy mismo, 16 de agosto de 1521, en un puerto muy cercano que recibe el nombre de Bataraza y que parece ser un lugar muy cómodo para carenar las naves.
Lo peor es que los calafateadores que quedan en la expedición, y que son los encargados de cerrar las juntas de las maderas de las naves con estopa y brea para que no entre el agua, ya han advertido a la oficialidad de que la reparación puede prolongarse varias semanas ante la falta del material necesario para realizar este trabajo con las mínimas garantías de éxito.
Afortunadamente, durante la estancia en Brunéi los españoles pudieron hacer acopio de una especie de betún muy original que al parecer está dando un muy buen resultado. Allí en Brunéi lo que hacían los marineros era mezclar cera con aceite de coco, creando una brea que es ideal para corregir los muchos desperfectos que presentan unas naves que, no hay que olvidar, suman ya casi dos años en la mar sin que hayan podido ser reparadas en profundidad en ningún momento.
Así las cosas en este nuevo confinamiento obligatorio la expedición a las Molucas tiene por delante dos tareas. La primera es reparar el boquete en el casco de la Trinidad y adecentar también la Victoria, una labor en la que será necesaria la implicación de todos, porque habrá que adentrarse muchas veces en los bosques cercanos en busca de madera. En el lado positivo hay que destacar que la única tribu cercana tiene muy pocos habitantes y la mayoría son unos ancianos que parecen no querer saber nada de los españoles que acaban de desembarcar a su lado.
Pero en los próximos días la expedición deberá afrontar también el relevo de Joao Lopes Carvalho como capitán general de la flota. Tras los acontecimientos vividos en Brunéi, donde Carvalho fue acusado de quedarse con joyas y mujeres a cambio de liberar a un prisionero, la marinería ha requerido de manera formal su destitución. Le acusan de actuar movido por la codicia y de cometer "actos de piratería". Lo curioso es que Carvalho no parece tener muchas ganas de conservar su puesto al frente de la flota, posiblemente porque se ha autoconvencido de que no tiene ni idea de cómo llegar a las Molucas.
Es más, de manera oficiosa las últimas decisiones las están tomando otros mandos como Gonzalo Gómez de Espinosa, que se mantiene como capitán de la nao Victoria, y Juan Sebastián Elcano, un marino vasco que está teniendo cada vez más predicamento entre la expedición tras haber dejado constancia varias veces de sus múltiples conocimientos para la navegación.
Precisamente, y tras tener que huir de Brunéi de manera precipitada, este tándem decidió poner rumbo sur. Pero aquello resultó ser una estrategia de despiste por si el rajá Siripada decidía salir a la mar con su flota en busca de los españoles. Porque cuando Brunéi dejó de estar a a vista, Espinosa y Elcano coincidieron en que había que virar 180 grados y poner de inmediato rumbo norte. Y es que ambos saben, porque así lo descubrieron en Brunéi, que las Molucas está al otro lado de Borneo y que el camino más corto para rodear esta isla de considerables dimensiones es por el norte.
Pero parar encarar esa travesía y para poder cumplir la misión encomendada por el rey Carlos I aún habrá que esperar un poco más. Ahora lo que toca es reparar las naves. Porque sin ellas ni podrán cumplir su misión, ni podrán volver a casa.
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