La 'Victoria' suma tres semanas huyendo
Diario de una gran hazaña | Capítulo 69 (28 de febrero de 1522)
La embarcación española, con Elcano al mando, navega por la zona más oriental del Índico buscando desesperadamente latitudes más al sur para intentar no ser vista por la Armada portuguesa
Huir, huir y huir. Desde que zarpara de Timor el pasado 7 de febrero la Victoria, con Juan Sebastián de Elcano al mando, no ha hecho otra cosa que intentar poner agua de por medio para evitar ser vista por alguna embarcación portuguesa. De momento, en estas tres semanas los españoles no han tenido ningún susto, aunque no se puede cantar victoria porque toda la tripulación sabe que el Océano Índico por el que están navegando es lo más parecido a un campo de minas. De ahí que Elcano haya situado vigías en los palos de la nao, con la orden de que oteen en todo momento el horizonte y alerten de inmediato si advierten la presencia de alguna nave lusa en la lejanía.
Los temores a toparse con una flota portuguesa no son infundados, primero porque la Victoria está navegando por una zona de claro dominio de Portugal, segundo porque en caso de ser vistos los españoles no tendrían ninguna posibilidad ni de huir, ni de enfrentarse a sus enemigos, al estar en clara minoría tanto en efectivos como en armamento, y además porque es sabido por todos que desde que este contingente español zarpó de Sanlúcar hace casi dos años y medio, toda nave portuguesa tiene la orden de hundirlo. Y la reacción de los lusos es hasta cierto punto de vista lógica: ellos tienen el monopolio del comercio de las especias gracias a la ruta que abrieron bordeando África y cruzando el Índico, y todo puede venirse abajo si, como defendía Magallanes, la flota española era capaz de encontrar una alternativa para llegar a las Molucas navegando siempre hacia Occidente, como así ha sido.
Para eso, para evitar encontrarse con los portugueses, Elcano ha diseñado una estrategia que, aunque inicialmente no era compartida por el resto de la oficialidad, es la que se ha terminado poniendo en marcha. Y es que el comandante de la Victoria quiere cruzar el Índico por la zona más al sur posible. Ello aminora el riesgo de toparse con naves lusas pero, a cambio, aleja mucho a la embarcación española del refugio que proporciona la costa.
Durante estas semanas la Victoria ha seguido un claro rumbo hacia el suroeste, aunque en los tres últimos días la nave sólo busca el sur. La idea es llegar cuanto a latitudes más meridionales para luego dirigirse ya más claramente hacia el oeste. Además, los vientos parecen que empiezan a ayudar porque si a la salida de Timor éstos eran casi inapreciables, algo lógico al partir de latitudes ecuatoriales, ahora, cuando navegan por los 25 grados de latitud sur, los vientos parecen hinchar con más facilidad las velas.
Sin ver tierra desde hace dos semanas, con 45 hombres a bordo, sin problemas por ahora para la alimentación y con un tesoro de casi 30 toneladas de especias en las bodegas, la Victoria navega ahora con un claro rumbo dirigido al sur. Los riesgos que tienen por delante son muchos y variados, aunque al menos la tripulación tiene la tranquilidad de saber que quien está al mando es Juan Sebastián de Elcano. Y es que en estos últimos meses, sobre todo desde que asumió el mando tras la pésima experiencia vivida en Brunéi, este marino de Guetaria ha demostrado con creces sus grandes cualidades para la navegación. Y sus hombres tienen una fe ciega en él.
En cualquier momento la Victoria tendrá que poner un rumbo mucho más marcado hacia occidente, ya que, sí o sí, el Índico tienen que cruzarlo de un extremo a otro. Después quedará la tarea más difícil, ya que en el cono sur de África les espera el cabo más temido por los navegantes: el cabo de Buena Esperanza o también llamado cabo de las Tormentas.
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