Diario de una gran hazaña | Epílogo
Así acabó una gesta que hizo cambiar el concepto del mundo
Diario de una gran hazaña | Capítulo 41 (22 de febrero de 1521)
El infierno es insoportable. Y además parece eterno, porque no se ve ninguna salida. Esto puede ser lo que estén pensando los 160 hombres que a día de hoy, 22 de febrero de 1521, siguen conformando la expedición española a las Molucas que comanda el almirante portugués Fernando de Magallanes y que está a punto de cumplir tres meses ya de una penosa travesía por el Océano Pacífico.
La situación es terrible, angustiosa, dramática... Se le pueden poner todos los calificativos horribles que existan porque todos son acertados. Con un hambre atroz, una sed interminable y además con el escorbuto cobrándose vidas una tras otra, no son pocos los marineros que piensan que de esta ya no van a salir.
Después de tres meses sin que entre comida fresca en las tres naos supervivientes, el panorama es muy desalentador. Antonio Pigafetta, cronista oficial de esta flota de las especias, ha explicado con claridad cómo está afectando el escorbuto a algunos de los componentes de la expedición y también cómo se las están ingeniando algunos para llevarse algo de comida a la boca, aunque sea poco o nada comestible.
Por ejemplo, ha narrado que el bizcocho del que se venían alimentando desde que desembocaron en el Pacífico el pasado 27 de noviembre ya no es pan, sino que se ha convertido en una especie de polvo porque los gusanos han devorado toda su sustancia. Además, este producto alimenticio desprende un hedor insoportable por hallarse impregnado de orines de rata, mientras que el agua que tienen para beber está igualmente podrida y hedionda.
Pigafetta ha explicado incluso que para ejercitar la dentadura y para llevarse algo al estómago se están viendo espectáculos lamentables porque hay marineros que han optado por comerse pedazos de cuero de vaca con los que están forrados los mástiles de las naves, otros han optado por ingerir serrín extraído de las maderas de las cubiertas y hay incluso quien trafica con algunas de las ratas que recorren las bodegas de las embarcaciones. Hasta medio ducado se ha llegado a pagar para adquirir uno de estos roedores y devorarlo después como si fuera un manjar exquisito.
Los que pueden masticar algunos de estos desesperados recursos culinarios son los más afortunados, aquellos que no padecen el escorbuto. Porque esta enfermedad, muy habitual en las flotas en este siglo XVI, causa tanto estragos entre la tripulación que en la mayoría de los casos los afectados ni siquiera pueden masticar.
Este temido escorbuto sigue cobrándose vidas. En las dos últimas semanas han caído tres marineros más. Y tras cada defunción, la misma penosa imagen, con toda la tripulación formada en cubierta, los cadáveres amortajados, el rezo de las oraciones y los cuerpos que son arrojados al mar. De tanto repetirse esta escena, es lógico que la moral esté por los suelos.
Pese a las grandísimas carencias que sigue padeciendo la flota, con muchos marineros postrados en sus camastros debido a las enfermedades que padecen, lo curioso es que la Trinidad, la Victoria y la Concepción continúan navegando a muy buen ritmo, algo que ha sido la tónica general en esta travesía por las aguas del Pacífico que suma hoy 87 días.
Con viento casi siempre a favor, y con una dirección noroeste prácticamente inalterable, las tres naos han llegado ya a la línea del ecuador, donde está confirmado que están las islas Molucas. Sin embargo, siguen sin avistar tierra allá por donde navegan, lo que hace multiplicar las dudas sobre si los cálculos y los mapas marinos que viene manejando Magallanes son correctos. Y es que antes de desembocar en el Pacífico el almirante portugués había trasladado a sus oficiales que la Especiería estaba a apenas dos meses del Estrecho de Magallanes, pero la navegación suma ya tres meses. Por ello se está extendiendo la teoría de que los cálculos de Magallanes subestimaban la extensión del Pacífico y, por lo tanto, también la circunferencia real de la Tierra. De ser así se presentaría un problema añadido porque entonces, y de acuerdo con el Tratado de Tordesillas, las Molucas ya no estarían en suelo español, como pensaba Magallanes, sino portugués.
Pero eso ahora interesa muy poco a una flota que sólo piensa en comer algo para simplemente seguir viviendo. Que no es poco.
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