Diario de una gran hazaña | Epílogo
Así acabó una gesta que hizo cambiar el concepto del mundo
Diario de una gran hazaña | Capítulo 26 (26 de agosto de 1520)
Ya no hay dudas: a Fernando de Magallanes le ha mirado un tuerto, o un batallón de tuertos, mejor dicho. Porque si no es así, no se entiende cómo se pueden acumular tantos reveses consecutivos en los 11 meses escasos que suma la expedición que comanda desde que zarpara de Sanlúcar de Barrameda y que busca llegar a la Especiería viajando siempre hacia Occidente. La última de estas malas noticias ha tenido lugar hoy, 26 de agosto de 1520, cuando el capitán general de la flota ha decidido volver a fondear y buscar urgentemente refugio para las cuatro naves supervivientes. Y ello ha tenido lugar apenas 48 horas después de que el día 24 zarparan al fin con rumbo sur tras casi cinco meses confinados en Puerto San Julián para resistir el invierno austral.
Magallanes se acaba de dar cuenta hoy de que la bonanza meteorológica que venía apreciando desde que se iniciara agosto ha terminado siendo un espejismo. Y es que la navegación en estas dos jornadas ha sido terrible, con unos vientos huracanados que han dificultado enormemente poder mantener el control de las naos.
Perder otra de estas embarcaciones supondría poner en serio peligro el objetivo principal de esta expedición, que no es otro que llegar a las Molucas y cargar las despensas de estas naves de las tan preciadas especias. De ahí que, muy en contra de su voluntad, Magallanes se haya visto obligado a buscar un nuevo refugio. Afortunadamente el marino portugués ya sabía que un poco más al sur de Puerto San Julián existía una nueva abertura marítima descubierta el pasado mes de mayo por la tripulación de la nao Santiago pocos días antes de que esta embarcación, la más pequeña de las cinco que conformaban inicialmente esta expedición, terminara hundiéndose por mor de los intensos y cambiantes vientos que reinan en esta zona del planeta,
Fue el último capitán de la Santiago, Juan Rodríguez Serrano, hoy al frente de la Concepción, quien informó en su día a Magallanes de la existencia de esta nueva bahía llamada de Santa Cruz, donde desemboca un río y donde ya quedó comprobado que no está uno de los extremos de ese paso interoceánico que Magallanes está convencido que no se encuentra muy lejos del lugar donde hoy acaba de ordenar que fondee su flota.
Además, y como las desgracias nunca vienen solas, la expedición ha registrado hoy una nueva baja tras el fallecimiento por enfermedad de un joven marino sevillano que asumía las funciones de sobresaliente en la nao Concepción. Su fallecimiento se ha producido al poco de pisar tierra en esta bahía de Santa Cruz.
Magallanes ha ordenado que se levante un nuevo acuartelamiento ya que no cree que puedan zarpar a corto plazo. Antes de ello, y para no tener que repetir una experiencia similar a la que han pasado en estas dos últimas jornadas, aguardará, ahora sí, a que la mejoría del clima sea incontestable. La buena noticia es que, debido a su orientación, en este nuevo enclave de la Patagonia las cuatro naves encuentran un mejor refugio que en Puerto San Julián. Y también existe aquí más posibilidades de caza y más facilidades para la pesca.
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