Las especias, el motor que llevó a explorar el mundo
Diario de una gran hazaña | Tribuna libre
Los reinos hispánicos se vieron obligados a finales del siglo XV y todo el XVI a buscar rutas alternativas para tener acceso a unos productos que eran más valiosos que el oro
Las especias se usaban como condimento pero también como conservante de alimentos y vino, como perfume, como medicina y como forma de pagar tributos
El principal objetivo de la expedición que había organizado Magallanes era llegar a las islas Molucas, principales productoras de especias en aquella época, un producto más valioso que el oro. El clavo de olor era conocido en Europa desde la Edad Media, pues los mercaderes árabes iban a las Molucas para traerlo, transportándose desde Asia a lomos de camellos y caballos hasta los puertos del Mediterráneo, suponiendo este tráfico de especias una de las rutas más importantes de la época, ya que, junto al cotizado clavo, habría que añadir la pimienta, la nuez moscada y la canela. Era, en fin, el inicio de un flujo comercial que debe considerarse muestra de la globalización.
Estas especias eran necesarias para condimentar y conservar los alimentos, para potenciar los sabores y la conservación del vino. También servían como perfume, e incluso tenían un uso medicinal. Además, las especias llegaron a tener funciones fiscales, llegándose algunos tributos a cobrarse en especies, en clavo, pimienta y canela. La demanda era enorme y no dejaba de crecer, unido a lo complicado de su transporte. Todo esto hizo que estos frutos fuesen un producto muy caro y su precio en algunos momentos llegó a ser superior al del oro.
Las islas Molucas eran las únicas productoras de clavo de olor, una especia aromática que era endémica de esta zona. Se trata del capullo seco de un árbol de hoja perenne también llamado clavero, el cual en el siglo XVI sólo se producía en las islas de Ternate, Tidore, Motir, Bachán y Maquián. La geología de estas islas era básica para este endemismo. La lava, las frecuentes lluvias y el microclima –debido a los volcanes– crearon las condiciones idóneas para el desarrollo de esta planta. El clavero puede llegar a medir 10 metros, son árboles muy longevos, que empiezan a producir a los 15 años, y lo que se cosecha son sus flores. Su nombre común –clavo– deriva de su parecido en forma a los clavos de madera o metal, pequeños y oxidados. La característica principal de las flores de clavo es que contienen aceites esenciales. Se requiere que la cosecha se haga antes de que la planta culmine su floración, luego se secan las flores hasta que se endurecen y oscurecen.
La nuez moscada y su cáscara, la macis, era otra especia endémica de las Molucas, sobre todo en las islas Banda, en las Molucas del Sur. La nuez, que produce en el árbol de su mismo nombre, es un fruto de color amarillo y también contiene aceites esenciales, por lo que, como el clavo, emite un aroma peculiar. Son árboles muy productivos con varias cosechas al año.
La expansión musulmana llevó a que éstos dominasen el comercio del Índico y del mar de China meridional. Esto, unido a las hostilidades con los reinos cristianos europeos, provocó el corte del suministro de las especias, lo que disparó su precio. La consecuencia fue que los príncipes europeos tuvieron que plantearse llegar a las islas de las Especias por otras rutas alternativas, lanzándose Portugal y Castilla a su búsqueda, destacando entre estas exploraciones la de Cristóbal Colón.
En esta carrera por las especias, los portugueses habían llegado a las islas Banda en 1512, lo que supuso que los europeos empezaban a comerciar en origen con la nuez moscada, donde era mucho más barata que en los mercados europeos o indios. Los viajes a las Molucas eran peligrosos y largos, se tardaban unos siete meses, bordeando África y atravesando el Índico. A los portugueses se unirían en el comercio con los nativos los ingleses y los holandeses. En Banda no llegó ninguna potencia europea a controlar el territorio. Los portugueses, que fueron los más constantes, al final abandonaron este archipiélago y se instalaron en las Molucas del norte.
A la llegada de los europeos a las Molucas, éstas estaban bajo la influencia musulmana. En las islas del Norte existían cuatro sultanatos (Ternate, Tidore, Loloda y Gilolo) y, aunque existían rivalidades, estaban federados y controlaban el clavo de olor. La llegada de los europeos en 1512 supuso que los dos principales sultanatos pugnasen por lograr el favor portugués en su lucha interna por el control político y económico. El comercio de la nuez moscada, por el contrario, estaba en Banda.
Ternate, con la ayuda portuguesa, se impuso a Tidore en el control del comercio, pero la llegada en 1521 de los españoles con dos naves de la expedición de Fernando de Magallanes cambió el panorama, convirtiéndose Tidore en el aliado hispánico. Se creó así un frente dicotómico en el que Ternate estaban en la órbita lusa y Tidore en la española, enquistándose este conflicto entre ambas potencias europeas, que aspiraban al monopolio de las especias. Esta rivalidad se mantuvo durante la primera mitad del siglo XVI, ya que España estaba copando poco a poco el comercio especiero, pues pagaba hasta ocho veces más que los portugueses, lo que aumentó la hostilidad de éstos hacia los naturales. La situación se calmó en 1580, con la unión de los reinos de España y Portugal.
La rentabilidad de este negocio hizo que apareciesen nuevos actores, los holandeses, quienes comienzan a comerciar con las Molucas a finales del siglo XVII, logrando unas rentabilidades del 400%. En 1602 se establece la Compañía de las Indias Occidentales (VOC), una empresa privada holandesa que tenía en exclusiva la representación comercial de este país en Asia y el Índico. La VOC era como una nación pues reclutaban soldados, emitían moneda, establecían colonias, realizaban construcciones defensivas y llegaban a firmar tratados.
Como los intereses neerlandeses eran básicamente económicos, trataron desde sus inicios de eliminar el poder hispano-portugués en las Molucas. En 1605 comenzaron las hostilidades con la VOC, que se prolongarían durante todo el siglo XVII, logrando Holanda poco a poco monopolizar el comercio de las especias, no solo el clavo de olor y la nuez moscada de las Molucas, sino también la pimienta de Sumatra y Bantés. En 1663 los españoles comenzaron a replegarse a Filipinas, desmantelando sus posesiones en Indonesia, lo que supuso el fin de la implicación ibérica en el comercio especiero. Tal sería la importancia dada por los neerlandeses a la producción de las especias que en el tratado de Breda (1667), entre Inglaterra y Holanda, estos últimos cedieron la isla de Manhattan y Nueva Jersey a cambio de una pequeña isla en Banda donde se producía nuez moscada.
Las islas de la Especiería serían el destino de las grandes exploraciones de los europeos, constituyeron uno de los confines del imperio español, siendo un espacio importantísimo en un mundo que empezaba a estar globalizado y en que las especias eran un producto clave. Inexplicablemente España abandonó estas islas y su producción a finales del siglo XVII.
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