Diario de una gran hazaña | Epílogo
Así acabó una gesta que hizo cambiar el concepto del mundo
Diario de una gran hazaña | Capítulo 51 (24 de mayo de 1521)
Tienen una misión y han decidido darlo todo para intentar cumplirla. Este es el sentir unánime de los 115 hombres que aún conforman la flota de las Especias y que a fecha de hoy, 24 de mayo de 1521, empiezan a adentrarse en el Mar de Joló prácticamente a ciegas. Sí, a ciegas, porque así navega a bordo de la Trinidad y de la Victoria una expedición que ha perdido ya a su capitán general, Fernando de Magallanes, y a sus oficiales de más rango, como Duarte Barbosa o Juan Rodríguez Serrano. El primero fue masacrado el 27 de abril en el combate de Mactán contra los guerreros de Lapu-Lapu y los otros dos fueron pasados a cuchillo en la emboscada sufrida el 1 de mayo en Cebú.
Tras aquella huida a toda prisa, y después de quemar la Concepción el pasado 2 de mayo en Bohol porque no había manos suficientes para poder hacer navegar las tres naos, la expedición de la Armada Española debatió en profundidad los siguientes pasos a seguir y la decisión se adoptó de manera unánime: el rey Carlos les encomendó que fueran a la otra punta del planeta navegando siempre hacia Occidente hasta llegar a las Molucas, cargar allí las naves de especias y regresar luego a España. Y esa misión, han acordado los supervivientes, sigue en pie y su obligación es cumplirla.
Una vez abandonado el estrecho de Bohol y ya sin la Concepción, que fue pasto de las llamas después de que se pudiera salvar todo lo salvable de lo que quedaba de un navío que tenía ya muchos desperfectos, los españoles han hecho un par de paradas en estas tres últimas semanas: la primera fue en el sitio conocido como Panglao, pero fue muy breve, y la segunda ha sido en la isla de Mindanao, donde la flota sí ha permanecido un poco más de tiempo.
En esta isla de amplias dimensiones y coronada por varias montañas bien visibles, la flota de las Especias ha buscado sobre todo víveres. Hay que tener en cuenta que la partida de Cebú se hizo a la desesperada, con los indígenas intentando borrar cualquier huella de las tropas españolas y, por tanto, sin que las bodegas de las naos hubieran sido aprovisionadas de manera conveniente.
Pero el alimento que han hallado en Mindanao no era el que esperaban. La relación con los nativos de esta isla ha sido muy correcta, pero en su intento por comercializar los indígenas ofrecían sobre todo oro, cuando los españoles lo que buscan de manera prioritaria es comer. El miedo al escorbuto sufrido en la travesía del Pacífico, y que se cobró un buen puñado de vidas, sigue estando muy presente.
Además, y pese a que los pobladores de Mindanao parecen ser muy afables, los españoles ya no se fían ni de su sombra. Los últimos acontecimientos vividos en Mactán y en Cebú, que han mermado muchísimo los efectivos de la expedición, les han terminado por abrir los ojos. Y a todo eso se le puede unir la disputa anterior en la Isla de los Ladrones (Guam), el enfrentamiento habido con los patagones en Puerto San Julián o el hecho de que previamente no pudieran desembarcar en el Río de la Plata al conocerse que los nativos de aquellas tierras solían practicar el canibalismo. La suma de todos estos acontecimientos hace que, con cierta lógica, la flota se sienta más tranquila a bordo que en tierra.
Además, y a diferencia de lo que sucedía antes, esta flota de las Especias carece ya de intérprete tras la traición protagonizada en Cebú por Enrique de Malaca, el ex esclavo de Magallanes que era quien venía asumiendo esta responsabilidad. Esta carencia complica, y mucho, las comunicaciones con los pueblos nativos de esta zona del planeta.
Actualmente la Trinidad, bajo el mando de Joao Lopes Carvalho, y la Victoria, que tiene como capitán a Gonzalo Gómez de Espinosa, se están adentrando en el Mar de Joló con rumbo suroeste. Siguen así las indicaciones que les han dado en Mindanao, donde les han hablado de la existencia de una isla llamada Palawan donde sí pueden encontrar los comestibles y los demás suministros que precisan antes de seguir con la búsqueda del Moluco, del que sólo saben que está más al sur, pero sin conocer la dirección exacta.
Bajo el mando de Carvalho, que no es que sea un líder de masas ni mucho menos porque ya empieza a despertar recelos en la expedición, la flota sigue en busca de la Especiería. Y después del tiempo transcurrido, porque hace ya 20 meses y cuatro días que zarparon de Sanlúcar de Barrameda, quieren hacerlo cuanto antes pero, sobre todo, quieren hacerlo con seguridad. Porque de sobresaltos, ataques y muertes ya van bien surtidos.
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