Magallanes se lo empieza a creer

Diario de una gran hazaña | Capítulo 32 (1 de noviembre de 1520)

El capitán general de la flota de las Especias empieza a ser consciente de que ha encontrado al fin el paso interoceánico, que bautiza con el nombre de Todos los Santos. Ahora falta encontrar la salida

Cartel colocado en Punta Santa Ana, al sur de la ciudad de Punta Arenas, que recuerda la gesta protagonizada por Magallanes hace hoy cinco siglos.
Cartel colocado en Punta Santa Ana, al sur de la ciudad de Punta Arenas, que recuerda la gesta protagonizada por Magallanes hace hoy cinco siglos. / Juan Clavero
Francisco Sánchez Zambrano

01 de noviembre 2020 - 06:00

Ahora sí. Esto puede ser lo que esté pensando en estos momentos Fernando de Magallanes, que empieza a creerse que después de una larga búsqueda que se ha prolongado por espacio de más de un año las cuatro naves que comanda se encuentran al fin en el tan deseado paso interoceánico que les permitirá llegar a la Especiería navegando siempre hacia Occidente. Y ese optimismo le ha llevado hoy a bautizar este paso como el Estrecho de Todos los Santos, de acuerdo con la festividad que la Iglesia católica celebra en esta jornada.

Fue el pasado 21 de octubre cuando la flota dobló el cabo de las Once Mil Vírgenes y se introdujo en una bahía pequeña y misteriosa. Y hoy, 1 de noviembre de 1520, después de diez días de inspección visual, el capitán general de esta expedición tiene el convencimiento de que está a punto de cumplir el principal objetivo que se marcó al zarpar de Sanlúcar el 20 de septiembre del año pasado: llegar a ese océano bautizado como Mar del Sur y por el que ningún europeo ha navegado aún.

Para llegar al convencimiento de que este es el paso tan anhelado los marinos de esta época tiran de un recurso muy rudimentario pero al mismo tiempo muy efectivo: saborear el agua del mar. Y en estos diez días todo es agua salada. Eso, por ejemplo, no sucedió durante la inspección en el Río de la Plata, donde en la desembocadura de los ríos que allí confluyen el agua era dulce, lo que denotaba que no estaba ahí el cruce.

Magallanes sabe por tanto que está en el paso interoceánico. Pero ahora queda encontrar la salida. Y la tarea no se presume fácil porque el lugar que atraviesan se ha mostrado como un espectacular laberinto de canales, islotes, penínsulas, fiordos y salidas cegadas al mar. Él sabe que, en cuanto pueda, tiene que poner rumbo al oeste, porque es por allí por donde se llega a las Molucas. Pero hasta ahora no ha encontrado salida hacia allí y sí hacia el sur y hacia el este.

El 21 de octubre la flota entró en este paso marítimo con muchos recelos, a la vista de las frustraciones acumuladas en los meses anteriores. Tras fondear en Bahía Posesión, Magallanes ordenó una primera inspección a dos de sus naos, la San Antonio y la Concepción. Y un fuerte temporal hizo que ambas se introdujeran Estrecho adentro sorteando sendas angosturas, una primera de navegación angustiosa, porque cuenta con una boca inferior a los cuatro kilómetros de longitud, y una segunda más llevadera con una entrada de unos 22 kilómetros. Tras llegar a una tercera bahía mucho más espaciosa, las dos naos regresaron al punto de partida disparando salvas al aire en señal de alegría.

Tras tener constancia de la existencia de este paso interoceánico se celebró una cumbre entre la oficialidad de la flota en la que el propio Magallanes dejó claro que el objetivo seguía siendo el mismo de siempre, es decir, continuar navegando hacia Occidente hasta llegar a las Molucas. El marino portugués desoía de este modo opiniones contrarias como la de Esteban Gómez, piloto de la San Antonio y que proponía, a la vista de las numerosas penurias sufridas en los últimos meses por la expedición, regresar ya a España, comunicar el hallazgo del Estrecho de Todos los Santos a la Corona y regresar posteriormente con una fuerza militar más preparada.

Pero Magallanes insiste en avanzar. De este modo, y con un navegar siempre lento debido a las dificultades orográficas, ha descubierto ya que al este de este paso se abre una bahía que no da a ningún lado, por lo que la ha llamado Bahía Inútil. Y tiene claro que en cuanto el camino se bifurque en varios canales, dividirá la expedición para ver qué barco halla antes la entrada al Mar del Sur.

Mientras tanto, la tripulación sigue combatiendo con dureza unos vientos fortísimos que casi siempre lo tienen en contra. Y miran sorprendidos un paisaje en el que la costa de la Patagonia va cambiando de manera paulatina, porque de las playas desérticas que había en las inmediaciones del Atlántico ahora han pasado a otra zona con mucha más vegetación y espectaculares cumbres nevadas.

Y la tierra que ve al sur no le despierta a Magallanes mucho optimismo debido a la presencia de lo que cree que son fogatas encendidas por los indígenas, aunque algunos consideran que son simplemente emisiones de gases. La ha llamado Tierra del Fuego.

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