Se suicida un grumete de la flota de Magallanes implicado en el acto de sodomía descubierto en alta mar
Diario de una gran hazaña | Capítulo 16 (27 de abril de 1520)
La expedición sufre una nueva baja durante su estancia invernal en el sur del continente americano mientras se asientan los campamentos levantados en tierra y se entabla una relación amistosa con los patagones
La flota de las especias está a pocos días de cumplir su primer mes en la Bahía de San Julián, una abertura marítima ubicada al sur del continente americano y donde Magallanes ordenó fondear el pasado 31 de marzo. Y cuando parecía que la tranquilidad empezaba a asentarse entre la tripulación, después del motín que Magallanes logró zanjar a tiempo pero con una severidad impactante, otro suceso ha vuelto a agitar a la flota.
Y es que hoy, 27 de abril de 1520, se ha tirado por la borda Antonio Genovés, grumete de la nao Victoria y que fue uno de los implicados en el caso de sodomía ocurrido en esta embarcación durante la travesía por el Atlántico. Tras el juicio realizado en su momento, y conforme marcan las leyes vigentes, Magallanes decretó la muerte por estrangulamiento del maestre de la Victoria acusado de sodomía, una pena que fue ejecutada el pasado 20 de diciembre, nada más tocar tierra en Brasil. Sin embargo, le perdonó la vida al grumete, que hoy se ha arrojado al mar al parecer por miedo a que fuera denunciado nuevamente por otro acto de sodomía. Hasta el momento no se ha encontrado su cuerpo.
Este suceso ha empañado algo una convivencia que parece que ha ido mejorando, sobre todo desde que se estrenó el campamento levantado en tierra, con unos sollados de madera muy confortables para descansar.
En estos días, y aunque la marinería está asustada con la dureza empleada por Magallanes para sofocar el motín –el balance final fue de tres hombres ejecutados y unos 30 condenados– todos los esfuerzos se están centrando en los múltiples quehaceres que la flota tiene por delante como, por ejemplo, levantar el campamento, recabar víveres y agua, confeccionar ropa y calzado para combatir las temperaturas bajo cero que tienen que soportar y cuidar las naves, que han sido desarboladas y limpiadas de ratas.
Superadas estas primeras semanas en suelo americano, Magallanes ya ha comunicado que le perdona la vida a la treintena de oficiales y marineros que fueron condenados tras la revuelta. Y ha sido también ahora cuando la expedición ha empezado a entablar relaciones con los nativos de la zona, unos indios que parecen ser muy afables pero que sorprenden por su gran estatura y por las dimensiones de todas las partes de su cuerpo. Precisamente, y a la vista de los grandes pies de estos indios, los marineros españoles los han bautizado como patagones. Por extensión, a este enclave de la Bahía de San Julián le llaman ya la Patagonia.
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