La nao 'Santiago' encuentra otra abertura marítima más al sur
Diario de una gran hazaña | Capítulo 17 (13 de mayo de 1520)
Mientras la flota permanece asentada en la Patagonia, Magallanes ordena a la más pequeña de sus cinco embarcaciones seguir costeando América en busca del paso interoceánico
Pese a haberse visto obligado por culpa de las bajas temperaturas a fondear la flota de las especias en la bahía San Julián hace ya más de 40 días, Fernando de Magallanes tiene el convencimiento absoluto de que el paso interoceánico que una el Atlántico con el llamado Mar del Sur no tiene que estar muy lejos de donde se encuentran. Por eso, el almirante portugués ordenó hace dos semanas que la Santiago, la más pequeña de las cinco embarcaciones que conforman esta expedición, soltara amarras e inspeccionara la costa poniendo rumbo hacia el sur.
Y hoy, 13 de mayo de 1520, la Santiago acaba de descubrir la existencia de una nueva abertura marítima que ha sido bautizada como bahía de Santa Cruz y que se encuentra ubicada a algo más de 25 leguas marinas (algo menos de 150 kilómetros) de donde está el resto de la expedición, en la bahía de San Julián.
Magallanes decretó que fuera la Santiago la que se convirtiera en punta de lanza de la flota porque es la más pequeña de las cinco embarcaciones (pesa unas 90 toneladas y es la única carabela), porque es la que mejor preparada estar si hay que remontar ríos o pasos angostos y, sobre todo, porque fue la primera nao en terminar de ser reparada a lo largo del mes de abril en la bahía de San Julián.
La partida de la Santiago en solitario tuvo lugar el pasado día 30. A bordo viajan la treintena de hombres que conforman su tripulación, al frente de los cuales está su comandante Juan Serrano, un pacense residente en Sevilla. Como dato curioso valga que la embarcación lleva víveres para muy pocas semanas, probablemente porque Magallanes aún no las tiene todas consigo tras el motín que tuvo que sofocar hace ya un mes y guarda algún temor a que esta embarcación pueda desertar y poner rumbo hacia España.
La Santiago zarpó poniendo rumbo sur-suroeste, con tiempo frío pero con mar en calma y viento favorable. Y en esta travesía ha tenido especial cuidado con no acercarse a una costa muy escarpada en la que se alternan las rocas y los acantilados. También ha detectado pequeñas playas y ensenadas.
Nada más entrar hoy en la bahía de Santa Cruz, el comandante de la Santiago ha ordenado a un grupo de marineros desembarcar en tierra e instalar allí una gran cruz con piedras. Y mientras han realizado esta labor, estos hombres han descubierto que este nuevo entorno parece ser muy rico en leña, en agua y sobre todo en alimentos. De manera especial les ha llamado la atención la presencia de grandes colonias de lobos marinos, unos animales desconocidos en Europa y que aportan una carne muy grasienta ideal para combatir las temperaturas bajo cero que están soportando y una piel ideal para hacerse ropajes y calzados con los que hacer frente a este invierno austral incipiente.
Mientras en la bahía de San Julián la expedición de las especias sigue trabajando en reparar los barcos y reforzar el acuartelamiento en el que Magallanes tiene claro que van a tener que permanecer dos o tres meses más, hasta que desaparezca el frío, un poco más al sur la Santiago se prepara para remontar el río Santa Cruz que desemboca en la bahía del mismo nombre. Juan Serrano, su comandante, no las tiene toda consigo, porque ya en el río de la Plata vivió una experiencia parecida, y descubrió que los ríos que allí desembocaban no eran navegables. Ahora espera que las tornas cambien y este sea efectivamente el paso interoceánico que tanto ansía encontrar Magallanes.
Lo que sí tiene claro Serrano es que, pase lo que pase en este río, antes de regresar hasta el lugar en el que está el resto de la expedición, la Santiago se quedará varios días en este nuevo paraje pescando y aprovisionándose de alimentos, agua y leña.
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