Una nueva muerte recuerda a Elcano que nada ha conseguido aún

Diario de una gran hazaña | Capítulo 84 (8 de agosto de 1522)

El fallecimiento de otro marinero hunde a la tripulación de la 'Victoria' justo cuando ven el regreso a casa más cerca que nunca

Para cumplir su misión sólo les queda atravesar las Azores, unas islas a las que esperan llegar en menos de una semana

Elcano logra que los vientos empujen una nave rota y ya con sólo 18 hombres a bordo

La nao 'Victoria' tiene preparadas todas sus medidas de defensa por si hubiera que recurrir a ellas en las Azores.
La nao 'Victoria' tiene preparadas todas sus medidas de defensa por si hubiera que recurrir a ellas en las Azores. / Erasmo Fenoy
Francisco Sánchez Zambrano

08 de agosto 2022 - 05:00

El Océano Atlántico acaba de lanzarle un mensaje muy nítido a Juan Sebastián de Elcano: nada se ha conseguido aún. El éxito está muy cerca, al alcance de la mano casi, pero para lograrlo, para poder entrar en los libros de historia como el capitán de la nave que dio la primera vuelta al mundo, aún tendrá que pelearlo un poco más.

Este bofetón de realidad lo recibió el comandante de la nao Victoria hace hoy dos días, el 6 de agosto de este año de 1522. A lo largo de esa jornada, en la cubierta de la nave española hubo que repetir una vez más un funeral por el alma de otro miembro de la tripulación. Las oraciones correspondientes precedieron al solemne acto de arrojar al mar el cadáver del nuevo fallecido, en este caso un marinero de origen francés que ya nadie sabe si ha perdido la vida por el escorbuto o por tantísimo agotamiento que llevaba acumulado tras tres larguísimos años de penalidades.

Cruzar tres océanos (el Atlántico incluso en dos ocasiones), superar un invierno austral perdidos en la Patagonia, padecer muchísima hambre y muchísima sed durante muchos días y tener que hacer frente a no pocos enfrentamientos armados son demasiadas pruebas de fuego que ponen al límite de su resistencia al más pintado.

La verdad es que hacía varias semanas que la tripulación de la Victoria no contabilizaba otra baja. La anterior tuvo lugar el pasado 26 de junio. Esto viene a demostrar que la parada de tres días en Cabo Verde para recabar provisiones fue esencial para que la nave que comanda Elcano esté tan cerca de culminar su gesta, aunque dejarse a 13 compañeros presos en ese archipiélago portugués es una losa que sigue pesando mucho.

Los 18 hombres que siguen a bordo de la Victoria se han llevado un golpe moral con esta última muerte. Ello ha borrado de un plumazo el optimismo que se generó tras visualizar hace hoy 11 días en la lejanía el pico del Teide. En todo caso, el recibir una mala noticia después de una buena parece ser el sino de esta nave y de toda la flota de las especias casi desde que se echaron al mar en el verano de 1519.

Como nada está hecho aún, que es el mensaje que el Atlántico ha dado a Elcano, queda trabajo por hacer. De momento el próximo reto será cruzar el archipiélago de las Azores. Quién sabe, con un poco de suerte atravesar de sur a norte estas islas que están también bajo dominio portugués pudiera ser el último obstáculo que tengan que superar antes de pisar suelo español.

Con sus armas preparadas por si hubiera que abrir fuego, la Victoria sigue remontando el Atlántico. Ahora navegan a 32º de latitud norte, a la altura de Madeira, aunque muchas millas más al oeste. La estrategia de la volta do mar que puso en práctica Elcano parece que está dando sus frutos porque los vientos a favor están empujando a la nave española hacia su objetivo. Es más, hace un par de días el comandante de la Victoria ordenó poner un rumbo nordeste que les llevará directamente a las Azores. Si todo va bien en menos de una semana visualizarán esas islas que intentarán atravesar lo más rápido posible y sin levantar sospechas. Si lo logran, después sólo faltará poner rumbo este en dirección a la Península Ibérica.

Pero eso será, claro, si todo va bien. Porque que la Victoria pueda seguir navegando es hoy todo un milagro, debido a las numerosas vías de agua que presenta en su casco y que tienen inundadas las sentinas. Las bombas de achique, que hay que accionar manualmente tanto de día como de noche, no dan abasto.

Lo que más teme Elcano es que surja un temporal que termine rematando a su nave moribunda. Es verano y el cielo está despejado, piensa para animarse, pero con la mala suerte que llevan acumulada, a ver quién se atreve a ser optimista.

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