Análisis 'Broken Sword 5: La maldición de la serpiente'
Un año después de su lanzamiento para ordenador, PlayStation 4 recibe la última entrega de la popular saga de aventura gráfica.
La industria parece cobrar interés por las aventuras gráficas, ese género olvidado por muchos y desconocido para otros tantos que ofreció centenares de horas de diversión y quebraderos de cabeza a millones de jugadores durante la década de los 90. Entendemos que las producciones actuales beben mucho de características más ágiles, más dinámicas, donde la acción y los giros acaparan la atención de los novicios. Quizá sea por ello que exista un gran vacío que las desarrolladoras más humildes -y también las más atrevidas- intentan rellenar. Lo vimos con Double Fine y su fantástico Broken Age, como también lo vivimos el año pasado con el lanzamiento de Broken Sword 5: La maldición de la serpiente, título que ahora nos ocupa en su traslado a la doméstica de Sony.
Kickstarter y la división de Broken Sword 5
El nacimiento de Broken Sword 5 tiene que ver con el sistema de financiación Kickstarter, todo un impulso para las desarrolladoras con menos recursos que permite a los propios usuarios utilizar sus ahorros para iniciar el engranaje que dará como resultado un videojuego. Dividido en dos partes, el título salió en ordenador levantando grandes expectativas, formalizándose como el Broken Sword que debería haber salido en lugar de El sueño del dragón, título experimental -y cuarta parte de la serie- que llevó las 3D al título fulminando de un plumazo el clásico -e imprescindible- point & click.
Centrándonos ya en la obra, La maldición de la serpiente recoge la esencia original y la traslada directamente al Dual Shock 4 sin tapujos. Así, nos encontramos con un título de corte clásico donde utilizamos poco más que tres botones y el joystick analógico del mando para controlar el cursor de la pantalla. Quizá, en este punto, necesitaríamos plantearnos la posibilidad de llevar un ratón a la plataforma de Sony o hacer, sin demasiadas complicaciones, un control adaptado a la pantalla táctil del dispositivo. En cualquier caso La maldición de la serpiente se deja jugar en PlayStation 4, pero no logra llegar al nivel de precisión y encanto que sí tiene su homónimo en ordenador. Pero evidentemente, al tratarse de un formato clásico, el control no puede ofrecer demasiadas peripecias, sobre todo si tenemos en mente El sueño del dragón.
La maldición de la serpiente vuelve a llevarnos a las calles de París para presentar una vez más al dúo protagonista de la serie: George Stobbart y Nico Collard. Durante la mayor parte de la aventura iremos alternando el control entre los diferentes personajes, algo que permite una visión doble de la trama argumental, que arranca en la Cataluña de la Guerra Civil española con el robo de La maledicció, un cuadro pintado por un artista catalán que lleva la oscuridad a cualquiera que se acerque a él.
Sin la intención de desvelar demasiados elementos de la trama argumental, pues es el mayor reclamo en un título de género, podemos asegurar que el dúo protagonista se verá obligado por las circunstancias a ir saltando entre diversas localizaciones europeas. El robo del cuadro y el asesinato del director de la galería de arte en el que residía sirven como pretexto para llevar una historia donde, como sello de identidad de la serie, tienen cabida conspiraciones y esoterismo. Así, en cada escenario encontramos diferentes puzles que requieren de soluciones más o menos lógicas, con personajes secundarios que siempre nos pedirán algo a cambio por su ayuda, personajes clásicos rescatados de la saga y alguna que otra sorpresa que preferimos no desvelar.
Quizá el mayor problema que planea sobre esta maldición animal sea la necesidad imperiosa de su desarrolladora por hacer un Broken Sword apto para todos los públicos. Esto se traduce, lamentablemente, en unos puzles que los grandes jugadores de género tardarán más bien poco en resolver. Sí existen algunos enigmas que obligan a mantener información en el cerebro para utilizarla más adelante, o incluso apuntar algunas referencias sobre papel para evitar perderse, pero la dificultad general de la aventura es más bien escasa. Si a esto le sumamos que el título fue dividido en dos partes bien diferenciadas en su día y que no cohesionan como es debido encontramos tramos irregulares donde cualquiera puede perder interés.
Belleza estática, horror en movimiento
Por un lado, La maldición de la serpiente ofrece cierta libertad en su primera parte, haciendo que el jugador se traslade de un lugar a otro resolviendo pequeños puzles cuya solución suele estar siempre al alcance de aquellos que hayan permanecido medianamente atentos. Por otra parte, y superada ya la primera mitad del juego, los protagonistas se mantienen en un único escenario donde los puzles no dejan de llegar, lo que permite que la experiencia no sea gradual. La trama, insistimos, mantiene el ritmo en la mayor parte de la aventura, pero las posibilidades en el plano de los enigmas podrían haberse aprovechado mucho mejor.
No hay demasiada complicación en los puzles, insistimos, pero por si las moscas, la desarrolladora ha decidido mantener el sistema de pistas que va desvelando progresivamente la solución de cada enigma. No obstante recomendamos evitar el sistema, ya que una vez abierta la posibilidad resulta irresistible no comenzar a utilizarla cada vez que tengamos algún problema. De la misma manera, el juego incluye algunos extras como descripciones de los personajes que van sucediéndose a medida que avanza la aventura.
En el plano técnico nos encontramos con un título que ofrece una de cal y otra de arena. Los entornos dibujados a mano en dos dimensiones quedan sensacionales en la televisión, de la misma manera que ya sorprendieron en su edición para ordenador. Las localizaciones, detalles y la emblemática Montserrat han sido muy bien caracterizados, trasladadas al videojuego de forma maestra. El lado negativo lo ponen los personajes: todos y cada uno de ellos cuentan con un diseño estupendo en imágenes estáticas, no así cuando comienzan a moverse. Aquí es cuando se despiertan una serie de animaciones robóticas y poco realistas que rápidamente nos harán llevarnos las manos a la cabeza. Sólo con observar el prólogo de la aventura ya se intuye que la producción recorta en cuanto a tecnología de movimientos se refiere: animaciones carentes de sentido, esperas innecesarias para relacionarse con compañeros -que deben terminar su animación para comenzar a hablar-, movimientos -como correr- que incluso causan cierta simpatía por lo mal gestionados que están, y un largo etcétera de claros ejemplos que demuestran que el título necesita un poquito más de trabajo para ofrecer una experiencia técnica a la altura.
Cierto es que ninguna aventura gráfica cuenta con un apartado técnico que le llegue a la altura a las grandes superproducciones, pero no está de más aprovechar la tecnología actual como medio necesario para puntuar medianamente bien. A nivel sonoro se utiliza el mismo esquema de sus predecesores: melodías instrumentales que acompañan los momentos tensos de la aventura, todo preparado para que el doblaje al castellano logre cautivar al jugador en todo momento. Lamentablemente, la voz original de George ha sido sustituida por otro actor de doblaje. El resultado, si bien es cierto que choca en un primer momento, convence a medida que vamos escuchando la interpretación.
Conclusiones
En definitiva, la vuelta de Broken Sword a las plataformas de Sony se ha hecho de manera correcta. Estamos pues ante del mismo título que apareció en ordenador el año pasado. Las animaciones no se comportan de forma sobresaliente en la mayor parte de la aventura, el ritmo del juego en ocasiones es insuficiente -aunque esto parece ser un error procedente de la decisión de partir el videojuego en dos- y el control podría haberse adaptado a las exigencias del DualShock 4. En cualquier caso, la historia será del agrado de los seguidores de la serie y los amantes de las aventuras gráficas.
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