Señor, aparta de mí este cáliz
2.558 aficionados hacen un acto de penitencia acudiendo a Chapín
¡Eli! ¡Eli! Lama sabactani (¡Dios mio!, ¡Dios mio!, ¿por qué me has abandonado?). A escasas horas del inicio de la Semana Mayor, con medio Jerez mirando al cielo amenazante de agua pensando si el de hoy será un Domingo de Ramos o un Domingo de Remos, el primer equipo de la ciudad prosigue su caminar por esta Via Dolorosa que es la Liga Adelante; un calvario que dura ya 19 jornadas, que tiene hundido en la clasificación a un equipo que flagela, jornada sí y jornada también a una afición fiel aunque cada semana menos numerosa. Hay hasta algún cachondo que con guasa dice que la Carrera Oficial debería comenzar en Chapín y no en la Alameda de Cristina, porque lo de ir al campo para ver al Xerez sí que es penitencia.
2.558 incondicionales se dieron cita en Chapín para ver un nuevo 'show' de su equipo y, también hay que decirlo, del trío arbitral. La cifra es la más baja que uno recuerda aunque, como siempre, hay excusas: hermandades en la calle, mal tiempo, partido televisado, horario pésimo... Por no ir, ni tan siquiera acudió el -todavía- presidente Rafael Mateos. Al menos, en el palco no estuvo. Tampoco el director general, Francisco Javier López Ballesteros, dejando solo al presidente de honor Rafael Verdú. Así que, como en el terreno de juego, en el palco también hubo superioridad numérica de la Ponferradina.
El infame primer tiempo del Xerez -sólo se salvaron los cinco minutos buenos que tuvieron Porcar y Maldonado- agotó la paciencia del más pintado. Es inconcebible que a la altura de temporada que estamos al Xerez le hagan dos goles a balón parado casi calcados. Acorán remató a placer en el primero y Yuri aprovechó el regalo de Rafa García en el segundo.
Pero la bronca de la noche se la llevaron, al alimón, Ogbeche y Carlos Ríos. El nigeriano ha demostrado en pocas jornadas que no tiene nivel para esta categoría y se llevó la bronca del respetable por su penosa actuación. El técnico sanluqueño también escuchó la música de viento al dar entrada a Álvaro Rey, un centrocampista, por un delantero, un cambio que la gente no entendió al ir 0-2 pero que sin embargo mejoró el juego del Deportivo. Curioso, cuanto menos, que un entrenador que lleva cinco partidos sea silbado. Creo recordar que con otros tuvieron mucha más paciencia.
A raíz de ese cambio, y del paso atrás que dio la Ponferradina, el Xerez se hizo dueño del partido y comenzó a entrar con peligro por la banda derecha, sin duda de lo más flojito del equipo leonés. El gol de Prieto espoleó al Xerez, que estuvo a punto de empatar. De hecho, Jose Vega remató al fondo de la red un centro desde la derecha que Medié Jiménez anuló por un fuera de juego más que dudoso. No contento con ello, expulsó de forma muy rigurosa a Álvaro Rey y también a Mendoza, a éste por protestar una decisión de su juez asistente. La afición crucificó al colegiado catalán aunque lo que en realidad hizo expirar al Xerez fueron sus propios errores atrás. Pensar en la resurrección es un acto de fe.
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