De la depresión a la alegría desbordada
José Mari y Chema, los héroes en una tarde en la que Javi López se llevó la pitada de la campaña en el descanso
De los pitos del descanso a la alegría desbordada del final. De la tensión y del aburrimiento de la primera parte, a la diversión y al festival de goles de la segunda parte. Hacia mucho tiempo que en Chapín no se veían seis goles y que no se celebraba un triunfo del Xerez, por eso tanto los jugadores como la grada festejaron la victoria sobre un hundido Albacete como si hubiesen conquistado el más preciado de los trofeos.
El partido no pasará a la historia por su brillantez ni muchísimo menos pero sí que los xerecistas lo recordarán como uno de los más trabajados en la recta final.
Pero a pesar del triunfo, de la parada de Chema a Calle en el lanzamiento de penalti y de los tres goles de ese ‘fenómeno’ llamado José Mari, lo mejor de la tarde fue la afición, que se entregó en todo momento y que nunca dejó de animar a un equipo que en la primera parte estuvo horrible.
Los seguidores xerecistas demostraron su madurez al llegar al descanso. Justo cuando Valdés Aller pitó el final de los primeros cuarenta y cinco minutos, se pusieron de pie y despidieron a los suyos con una de las broncas más importantes de lo que va de Liga. Javi López no se escapó y menos piropos recibió de todo. La indignación de la grada con el técnico era total a esas alturas.
El Xerez jugó en superioridad numérica desde el minuto 25 por la expulsión de Alan Baró y no fue capaz de abrir la lata. No fue capaz de noquear a un rival cogido con alfileres y con una mala pinta impresionante, pese a que nunca tiró la toalla y buscó opciones con las pocas armas que podía explotar, los pelotazos y las contras. Salvo milagro, el ‘queso mecánico’ va a terminar con sus huesos en Segunda B después de muchas temporadas. Ni Calderón, ni Vidal ni Simón van a ser capaces de evitarle lo peor.
Pero si el primer tiempo fue casi insoportable, en la segunda mitad, José Mari, como casi siempre, asumió los mandos de la operación, cogió su fusil y salió al rescate de su equipo y de su entrenador, al que se le avecinaba una dura situación.
El delantero sevillano abrió el marcador ante la euforia de una parroquia ansiosa por celebrar un gol después de una Semana Santa deslucida por la lluvia.
Aunque Verza empató poquito después para el Albacete y Chema justo antes se ganó la matrícula de honor al detener un penalti al ex azulino Calle, el punta estaba dispuesto a llevarse el balón del partido firmado a casa, como ante el Valladolid en la primera vuelta. Supo aprovechar la tranquilidad que le dio al equipo el 2-1 anotado por Capdevila, que celebró el tanto con un gesto torero que todavía levantó más la moral de la grada.
José Mari hizo el 3-1 con un Antoñito también en plan figura y con ganas de reivindicarse. El ‘Romario del Polígono’, sin opciones esta temporada, también quería protagonismo y se unió a la fiesta de su compañero, que remató la faena con sus tres goles.
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