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Cuando las zambombas se extinguían

Navidad 2019 | La evolución de la Nochebuena de Jerez

El inicio de los años sesenta y el cambio estructural en la sociedad jerezana estuvo a punto de hacerlas desaparecer

La labor de la Cátedra y Radio Popular en los años 70 resultó fundamental

Cuando las zambombas se extinguían / Miguel Ángel González
Fran Pereira

21 de diciembre 2019 - 03:00

Ahora que llega la Navidad y la zambomba en Jerez se ha convertido en un auténtico boom, tanto económico como turístico, conviene recordar que hubo un tiempo en el que esta fiesta estuvo a punto de extinguirse. Ocurrió a partir de los años sesenta, cuando la sociedad jerezana afrontaba un cambio estructural importante.

Evidentemente, cuando hablamos de villancicos y zambomba, el primer nombre que se nos viene a la cabeza es Manuel Fernández Molina ‘Parrilla de Jerez’, al que se atribuye la totalidad del trabajo, y parte fundamental de la recuperación del antiguo legado. Sin embargo, no debemos fijar el foco en una sola persona pues aquella labor tuvo diferentes contribuyentes a los que hoy debemos agradecer lo que hemos heredado. Entre ellos resultó clave en el desarrollo el jerezano Juan Pedro Aladro, alma-mater de aquella saga de ‘Así Canta Nuestra Tierra en Navidad’, sin duda, un antes y un después en el concepto que actualmente tenemos de estas fiestas y su folklore.

Todo comenzó en 1982 con la grabación del primer volumen, un trabajo encomendado a Juan de la Plata, con el Coro de la Cátedra de Flamencología, y a Parrilla de Jerez.

Pero, ¿qué ocurrió antes? En torno a 1968, Juan de la Plata, según encontramos en los archivos sonoros de la Cátedra de Flamencología, ya explicaba en Radio Nacional de Españ archivos sonoros de la Cátedra de Flamencología, ya explicaba enRadio Nacional de España esta significativa fiesta, tanto en Jerez como en Arcos.

En estos programas, emitidos en la Navidad de 1968, se habla de zambombas como “fiestas familiares y de vecindad” y de “reuniones de vecinos de unas 15 o 20 personas”, que intercalan romances y letras populares.

En ellos, curiosamente no de zambomba como tal sino de ‘Nochebuena de Jerez’, cifrando en 1930, con motivo de la grabación del famoso villancico de Rafael Ramos Antúnez ‘El Gloria’, una denominación que posteriormente llevaron a cabos otros artistas flamencos.

Acto de la Cátedra en 1977 sobre la Nochebuena de Jerez / Archivo de la Cátedra

En un artículo publicado en la Revista de Flamencología, FM Núñez Tropedano asegura que con la llegada de la televisión, aquellas coplas de Nochebuena que se cantaban en cada casa, en cada patio de vecinos, fueron desapareciendo. A ello contribuyó también, como defiende el folklorista Manuel Naranjo, el cambio estructural de las viviendas en la ciudad, ya que de las habituales casas de vecinos se pasó (a principios de la década de los 60) a la construcción de barriadas en vertical, produciéndose un primer paso hacia el individualismo y un cambio en el modelo social de los jerezanos.

Ante este panorama, la Cátedra de Flamencología, fiel a sus estatutos, apostó por recuperar la tradición poniendo en marcha diferentes actividades. La primera se organizó el 22 de diciembre de 1977 en su sede de la calle Quintos. En la invitación realizada para ello se puede leer “se complace en invitarles a recordar nuestros tradicionales villancicos flamencos” y calificando tal evento como ‘La nochebuena de Jerez’.

En una de las joyas conservadas en el archivo sonoro de la Cátedra podemos escucharla, vislumbrando en dicha grabación parte de lo que luego sería ‘Así Canta Nuestra Tierra en Navidad’. ‘Calle de San Francisco’ se intercala con cantes de Nochebuena por bulerías, ‘Los caminos se hicieron’, ‘El Marinerito’, Dime niño de quién eres,o ‘Debajo de la hoja’, donde escuchamos a Torrito haciendo de las suyas.

Fue el cuñado de Juan de la Plata, Torrito, una de las voces de un elenco en el que la guitarra la ponía Parrilla y donde también estaban Diego Vargas, Jesús ‘El Almendro’, Maribel Reyes, Antonia Suárez ‘La Chiva’ y Antonia La Marchena.

El acto, en el que según el artículo de Núñez Tropedano, “se repartieron entre el público pestiños, polvorones y las copitas típicas de vino y anís”, fue el colofón de un intenso proceso de investigación por parte de los miembros de la Cátedra para recuperar coplas antiguas.

“Aquello se ponía hasta arriba de gente y apenas se cabía y todo el mundo se lo pasaba en grande”, recuerda Diego Vargas.

En dicho artículo se habla especialmente de la importancia que tuvieron “Dieguinchi Moreno Iglesias, el maestro de baile Cristóbal El Jerezano, el torero-poeta Pepillo y su anciana madre, doña Lucía Moreno, a cuya casa de Icovesa fuimos a grabarle una noche, así como el cantaor Diego Vargas”.

También se recogieron letras “facilitadas por un buen aficionado, Jesús González, y otros informantes cuyos nombres sentimos no recordar” y en especial de Arcos, hasta donde los miembros de la Cátedra se desplazaron para grabar “directamente varias zambombas familiares en patios y corrales de vecinos. Todos nuestros informantes sabían infinidad de letras y todos colaboraron gustosamente”.

Uno de los informantes citados es el cantaor jerezano Diego Vargas, que se convirtió en una pieza importante ya que gracias a su padre, JuanVargas, consiguió recuperar muchas de aquellas coplas de antaño y antiguos romances que “se cedieron a Parilla y este los arregló”. En concreto, cita a algunos como “Los Segadores y uno llamado La Pastorcita (éste aparece en el volumen 2 como ‘El Pajarito’), que sólo se lo había escuchado a mi padre y mi tía”.

Relata el cantaor que “en la casa de Paulera de la calle la Merced se cantaban villancicos de este tipo, y a mí siempre me han encantado, y luego mi padre y mi tía se sabían muchísimos”.

El acto navideño continuó durante los años venideros, destacando la creación en 1979, dos años después, de la Misa Flamenca del Gallo por Parrilla de Jerez, un acto celebrado en La Merced y donde también actuó del denominado Coro de Villancicos de la Cátedra.

En 1980, tres años después, se dio un nuevo paso para recuperar las zambombas. Esta vez fue de manera conjunta entre la Cátedra y las distintas peñas flamencas existentes entonces en la ciudad: La Buena Gente’; Los Cabales; Peña El Mono, Peña La Bulería, Los Cabales, El Garbanzo y la Peña Los Cernícalos.

La propuesta se denominó Fiestas de la Nochebuena de Jerez y contaron con el patrocinio de Diputación. En el tríptico editado para la ocasión se incidía especialmente en “celebrar las clásicas Fiestas de Nochebuena de Jerez al estilo flamenco de nuestros mayores, para que nunca desaparezcan estas entrañables tradiciones de la música popular de nuestra tierra”.

Recuerda Núñez Tropedano que al año siguiente, en 1981, “la Cátedra siguió celebrando la Nochebuena en sus locales de la calle Quintos número 1, mientras que las peñas ya empezaban a caminar solas con el mismo afán recuperador y con sus propios coros”, uno de ellos el de la Peña Buena Gente, donde el influjo de Antonio Tornero Ávila ‘Zarambimbo’, resultó fundamental, grabando incluso discos.

Pero antes del punto de inflexión que propició el primer volumen de la colección ‘Así Canta Nuestra Tierra en Navidad’, hubo un momento especialmente llamativo y que sirvió, gracias a la labor de Radio Popular, para concienciar a la ciudadanía de la recuperación de una tradición que estaba a punto de perderse.

Gracias al archivo de Radio Popular y la Cátedra, podemos encontrar este documento sonoro, una verdadera joya, para confirmar que las zambombas o las coplas de Nochebuena apenas tenían ya vigencia salvo en casos contados, y siempre a nivel particular.

Fue en la Navidad de 1981 cuando Radio Popular emitió una serie de varios programas titulados ‘La zambomba’ que se desarrollaron en diferentes plazas y patios de vecinos, tratando así de revivir una costumbre que había comenzado a caer en declive muchos años antes.

De la mano del inolvidable Manolo Yélamo y Bernardo Linares, el programa se realizó en 20 enclaves de la ciudad, donde se grabaron zambombas populares en las que los villancicos y las entrevistas a aquellos vecinos copaban la escaleta de todos ellos.

Los locutores se adentraban en el corazón de diferentes zambombas organizadas en enclaves concretos, la calle Pozo del Olivar nº 5; la zambomba de la Peña Colchonera Jerezana, en la Cruz Vieja; la zambomba de la Hermandad del Cristo de la Expiración; la zambomba de Vista Alegre (es la segunda parte del programa, no se conserva la primera parte, que estuvo dedicada a la zambomba de la calle Luis Pérez,24); la zambomba de la calle Cruz, 9 y 10; la zambomba de la calle Cepa ( bloque 11 del Polígono San Benito); la zambomba del bloque 53 de la Barriada de la Coronación y la zambomba de las parcelas 17 y 18-Puerta 7- de la Avenida Tomás García Figueras.

De entre todas ellas, resulta curiosa la que se celebra en la calle Cepa, de donde curiosamente salieron las voces femeninas que compusieron el primer volumen de la serie ‘Así Canta Nuestra Tierra en Navidad’, y donde Milagros Bermúdez, la matriarca de toda una generación de artistas (Coral de los Reyes, Ana de los Reyes, El Pele y la Chiqui de Jerez) ejercía, junto a sus vecinas y familiares como líder.

Con una media de casi 30 minutos de duración, resulta curioso oír los comentarios de muchos vecinos de la época donde el contenido antropológico y social de una España recién entrada en la democracia es interesante.

“La recuerdo, eran donde muchos chavales hacían muchos novios y novias. Era una cosa pura de Jerez”, era uno de los comentarios.

Otro de las declaraciones demuestra que la tradición se perdió casi por completo, pues uno de los jóvenes afirma: “Lo habia oído por mis padres, me pone el vello de punta, es una vuelta a las tradiciones”.

“Es una costumbre que no se debía haber perdido. Falta de comunicación, con los bloques de pisos no hay la hermandad que había en las casas de patio. Son como colmenas”, asegura otra de las vecinas.

Todo aquel movimiento cultural en torno a la zambomba y a la Nochebuena de Jerez culminó un año después, en 1982, con la grabación del primer volumen de ‘Así canta Nuestra Tierra en Navidad’, el punto de inflexión fundamental de la fiesta que hoy celebramos y que se ha convertido, a veces con poco cuidado a todo lo anterior, en un peligroso boom.

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