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Los Judas que no odian a nadie

Tradición en la Sierra

El Coto de Bornos es el único sitio donde perdura la tradición tras perderse en Villamartín y Benamahoma. Al contrario que en Coripe, el festejo está desprovisto de toda crítica social

Judas preparados en el Coto de Bornos para ser quemados la noche del Sábado Santo al Domingo de Resurrección. / D.C.
Elisa Armario

23 de abril 2019 - 19:08

La Quema de los Judas en algunas localidades de la Sierra ha sido siempre motivo de alegría, de renacer, de combatir los males y sobre todo, para la chiquillada y la juventud, un festejo que anticipaba el Domingo de Resurrección, día grande en municipios como Villamartín, Benamahoma o Bornos. En concreto, esta tradición que se celebraba a las doce de la noche del Sábado Santo estaba muy arraigaba en localidades como Villamartín, pero en los años ochenta del siglo pasado desapareció, al igual que en Benamahoma. Hoy el único punto de la provincia donde se mantiene es en el Coto de Bornos.

Pero en la Sierra gaditana nunca hubo Judas odiadores a modo del ya famoso del pueblo sevillano de Coripe, que ha tenido este año como protagonista al ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, desatando una aguerrida polémica que ha saltado al ruedo nacional en plena campaña electoral. Al contrario del Judas de la polémica que iba ataviado con un traje negro, un lazo amarillo y una bandera estelada en la espalda, al que algunos vecinos disparan con escopetas antes de quemarlo, los de la Sierra eran y siguen siendo, en el caso del Coto de Bornos, muñecos anónimos, vestidos con ropajes proporcionados por los propios vecinos que se queman en algún lugar visible del pueblo para deshacerse de un supuesto mal, en la tradición popular, que enroca con la traición que Judas hizo a Jesucristo, y están vacíos de sátira.

“Tenemos especial cuidado en que no haya componente crítico. Eso se cuida mucho porque se hacen talleres con niños días antes para que confeccionen los Judas, que son personajes, que no representan a nadie en concreto, que después se queman ante la presencia de los vecinos. Es un concejal el que prende fuego a la figura y el Ayuntamientos se asegura en realizar un perímetro de seguridad para garantizar que no haya ningún incidente en el festejo”, aclara el alcalde de Bornos, Hugo Palomares. En la barriada rural del Coto de Bornos, el único punto de toda la provincia gaditana, donde aún perdura la tradición, se queman varios Judas a la vez. El Ayuntamiento facilita el material y es el encargado de colocarlo en una especie de pira, que a medianoche del Sábado Santo prende.

La fiesta arrancó a finales de los años 60 en esta barriada de Bornos y continúa hasta hoy. “Simboliza el inicio de una nueva etapa, el fuego purificador”, reflexiona Hugo Palomares, que también es historiador. Con respecto a la polémica suscitada en Coripe, el regidor admite que “cada Ayuntamiento es libre en sus tradiciones, pero hay cosas que hay que cuidar para no entrar en polémicas”.

En Villamartín, Antonio Gil Reguera recuerda que la tradición de la Quema de Judas se realizó hasta principios de los años 80 como paso previo a uno de los días grandes de la localidad como es el Domingo de Resurrección. Al Judas lo quemaban en la plaza del pueblo y era el mejor preámbulo para esperar unas horas más tarde la salida el domingo de la Hermandad del Resucitado, que procesionaba custodiada por tercios de la Legión. La presencia militar atraía a cientos de visitantes hasta el pueblo. Pero la tradición se diluyó tras el accidente que tuvo un crío que se quemó, al parecer, durante el festejo. Tampoco este Judas estaba cargado de intencionalidad política o crítica social ni se asemejaba ningún personaje de la actualidad del momento.

En Benamahoma, el festejo de Judas también se ha perdido con los años. Tiempo atrás, los vecinos tensaban una cuerda entre dos balcones de la calle Real y ahí colgaban al muñeco. En el Toro de Cuerda, el Domingo de Resurrección, los vecinos bajaban o subían el artilugio atado al cordel cuando los toros de la suelta se acercaban al lugar como si el monigote de Judas los toreara. “El Judas no representaba ni a alcaldes ni a políticos. Era un espectáculo más del festejo. Queremos que nuestras tradiciones se conserven como están”, dice Manuel Toval, el alcalde pedáneo de Benamahoma (Grazalema).

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